El pasado 18 de enero, Antoni Salord Mesquida alcanzó los cien años. Se dice rápido, pero queda lejos aquél 1914, cuando nació en la calle Curniola de Ciutadella. Fue el año en que se declaró la primera guerra mundial y se abrió el Canal de Panamá. Han pasado muchas cosas desde entonces, de las cuales las más importantes el nuevo centenario guarda en su memoria.
A los 10 años se quedó huérfano de padre. Era un chaval cuando empezó a trabajar en el sector del calzado, en la fábrica de Can Domingo Moll. Ejerció de cortador. Se casó con Maria Marquès Mesquida (de la que hace 25 años quedó viudo) y tiene cuatro hijas y dos hijos, 20 nietos y 21 bisnietos.
Caminar y conversar
Se le conoce como mestre Antoni, porque con su cuñado, Siscu Roca, montó una pequeña fábrica de zapatillas en el Camí de Maó, número 43.
Hoy día, Antoni Salord disfruta de buena salud, pese a los achaques de la edad, cuenta con buena memoria y ha llegado a los cien con optimismo. ¿Su secreto? «La buena salud que he tenido y que he sido una persona muy andadora», explica el protagonista, a lo que su hija Carolina Salord, añade, «ha llevado una vida sana y ha sido muy conversador, un luchador y una persona vital». Vive en la casa familiar en el Camí de Maó y quedó encantado con la visita del alcalde. «No lo conocía, fue muy amable», indica. Es el socio más antiguo del Casino 17 de Gener, del que ya recibió la insignia, y cantó con s'Estudiantina. Ahora lleva una vida tranquila, rodeado de su familia, y eso sí, le encantan las visitas y sigue siendo el hombre presumido que ha sido siempre.