El renovado y remozado CP Sa Graduada de Maó abrió ayer sus puertas para unos 300 alumnos tras un año de obras. La novedad y la ilusión de poder estrenar un centro cargado de historia pero dotado de modernidad y adaptado a las necesidades educativas actuales quedó ayer empañado por una «grave» deficiencia derivada de la reforma. Con las obras, han desaparecido las persianas que hasta el momento protegían las aulas del sol. Y esta supresión no ha ido acompañada de la instalación de cortinas o 'stores' que hagan la misma función que las persianas.
La directora del centro, Amanda Camps, indica que es «imposible» dar clases así y asevera que tanto las pizarras tradicionales como las digitales producen reflejo lo que las hace inservibles. La directora señala que por el momento, Ayuntamiento y Conselleria se tiran la pelota el uno al otro y mientras tanto, «el centro sigue sin cortinas».