Tres años y medio después de su construcción, el futuro del observatorio astronómico del Canal Salat de Ciutadella parece que se ha desencallado. El Ayuntamiento está ultimando los flecos del convenio para la cesión del uso de esta instalación a la sección de astronomía del Cercle Artístic.
No obstante, este convenio con el Cercle ya estaba anunciado desde comienzos de 2013. De todas formas, según informa la concejal de Cultura, Auxiliadora Pons, no ha llegado a materializarse porque quedaba pendiente de un informe jurídico del Consell. Pues bien, el Ayuntamiento ya tiene el informe y ahora se está ajustando el documento a las recomendaciones realizadas por la institución insular. Resuelto el texto del convenio, solo quedará pendiente de su aprobación por parte de la Junta de Gobierno municipal.
Cuatro observaciones
De esta forma, el futuro de esta instalación, más conocida popularmente como el 'champiñón', puede resolverse próximamente. Según el convenio, el Ayuntamiento cede de forma gratuita el equipamiento de la instalación al Cercle a cambio de organizar como mínimo cuatro observaciones gratuitas al año abiertas al público en general, así como de la posibilidad de programar de visitas escolares.
De hecho, el observatorio, además de contar con un telescopio con el que se pueden realizarse estas observaciones, dispone de un ordenador con conexión a internet y un cable subterráneo por el que las imágenes captadas por el telescopio se podrán proyectar en la pantalla gigante de la sala multifuncional del Canal Salat, ubicada en sus inmediaciones. Además, en la cúpula tiene una ventana con apertura motorizada para permitir la visualización del cielo a través del telescopio.
El convenio estipula que el Cercle dotará las instalaciones del mobiliario y equipamiento que considere oportunos para su correcto funcionamiento, mientras que el Ayuntamiento se hará cargo de los costes de mantenimiento y reparación del edificio.
Al respecto, el presidente del Cercle Artístic, Rafael Pellicer, celebra que dicho convenio pueda ser finalmente una realidad, aunque advierte de que «antes de entrar deberá hacerse una restauración de las instalaciones, porque algunas están oxidadas». Tanto el entorno, como el edificio en sí, añade Pellicer, «no se han utilizado nunca y están en un estado de abandono».