«Cambiar la mentalidad de usar, tirar y comprar algo nuevo por espabilarnos, repararlo nosotros mismos y ahorrarnos el dinero». Joan Bonet Torres es un apasionado de la informática y, en especial, de las impresoras en tres dimensiones, unas herramientas que cree que serán decisivas en «la segunda revolución industrial», una tendencia que cree que cambiará el hábito del consumidor y que está al alcance de cualquiera. Con impresora, una bobina de filamento de plástico y un poco de paciencia ha creado en su casa figuras de tipo decorativo y otras cosas más funcionales como un soporte con altavoces para teléfonos móviles o la carcasa de un mando de videoconsola sin tener que pasar por la tienda. Sin duda, hay un antes y un después de estas dos palabras: «Código abierto». Este viernes, sábado y domingo comparte sus conocimientos en la feria Menorca Connecta.
La idea básica es crear un objeto de la nada.
Exacto. Tienes una bobina de filamento plástico que va pasando por un cabezal moviéndose en las dos dimensiones como una impresora normal, dejando una capa de filamento. La impresora de tinta hace un dibujo en 2D mientras que la impresora 3D va haciendo capas con un eje distinto hasta que tienes el volumen completo del diseño que has elegido.
¿Cómo se le da el orden a la máquina de que construya una cosa?
En Internet hay unos programas en código abierto que convierten cualquier modelo que quieras hacer a partir de planos de arquitectos o diseñadores con programas como el Autocad. Lo convierte al formato que usa la impresora y da las órdenes. Estos modelos los puedes hacer tú mismo o los puedes descargar en páginas de Internet. Un ejemplo: Se me rompió la carcasa de un mando de videoconsola y en lugar de comprarme uno nuevo, hice una carcasa con la impresora. Me ahorré mucho dinero.
A las grandes empresas les entre el sudor frío con lo del código abierto...
Existe un cambio de tendencia a nivel económico y podría provocar una segunda revolución industrial. Cambiar la mentalidad de que todo no es tan de usar, tirar y comprar uno nuevo sino que la gente se espabile y lo repare en casa. Compartir en lugar de comercializar. Y este modelo cuenta con apoyo de grandes empresas como Movistar, que valora la posibilidad de incorporar estas impresoras en sus tiendas para que los clientes puedan reparar sus teléfonos o imprimirse sus propias carcasas, donde elegirás el color, el modelo y demás.
¿Esa Segunda Revolución Industrial es real?
La gente habla en los foros de Internet y se están haciendo cosas que van hacia ese objetivo. No existe el concepto en si pero si que las evoluciones que se hacen se podría decir que están enfocadas hacia la aparición de este concepto o uno muy similar.
¿Cómo entra en este mundo?
Siempre me he sentido atraído por la tecnología. En el 2009 se empezó a hablar de estas impresoras y del código abierto. Fui formándome y siguiendo las novedades hastas que en el 2012 hice un taller de tres días en Barcelona donde te enseñaban a montar tu propia impresora además de ofrecerte los conocimientos.
¿Qué usos le da a la impresora?
Principalmente imprimir objetos de uso cotidiano en casa que se puedan romper y así poder sustituirlos. Por ejemplo, la carcasa de un mando de la videoconsola o un soporte para poner el móvil que también sirve como altavoces. He hecho unas piezas para la vaya del jardín, unas gafas de realidad virtual para el teléfono móvil... Cosas útiles. También he hecho figuras, Budas o incluso una reproducción de la Torre Eiffel, que son elementos más de tipo decorativo.
¿Cuánto cuesta una impresora?
Hay varias opciones. Una de las peculiaridades de este proyecto es que toda la información para crear una impresora está disponible de forma abierta en Internet y la puedes montar tú mismo. Cuesta de unos 200 a 400 euros. Si compras un modelo comercial es más caro, superas los 1.000 euros y es en código cerrado por lo que tienes limitaciones en lo que puedes y no puedes imprimir. La parte positiva es que viene montada, aunque es la menos recomendable. La tercera opción es la que hice yo, seguir un curso de formación en la que te dan todo el material y que está entre los 600 y los 1.000 euros pero el código es abierto.
Luego hay que sumarle la materia prima.
El precio de la bobina varía entre los 25 y los 40 euros el kilo y da para muchas impresiones. Y más si comparas con los precios de las piezas de reparación en las tiendas. Para hacer una figura puedes gastar entre 30 y 60 gramos.
¿El mantenimiento es tan complicado como las de tinta?
No es complicado pero si que es laborioso. Hay un filamento que pasa por un cabezal y puede pasar que se enfríe y se atasque el cabezal. Se tiene que desmontar y limpiarlo manualmente. Se hace muy de tanto en tanto.
La mentalidad del 'Código abierto' sorprende en un munto repleto de patentes.
Es otra filosofía. La gente hace cosas para si mismo y las comparte. A partir de ahí se lucra creando complementos para que tú te lo puedas montar. El concepto de impresora 3D no es nuevo, viene del año 1986, cuando se inventó, que sí que se patentó. Eran máquinas muy caras, unos 25 millones de pesetas y estaban enfocadas al ámbito empresarial. Cuando la licencia de patente expiró un ingeniero las recuperó, el doctor Adrien Bowyer y decidió hacer esta variante de impresoras en código abierto para que cada uno, en su casa, se pudiera montar sus máquinas.
¿Qué es lo más raro que ha creado?
Siempre estoy intentando forzar la máquina, llevar su rendimiento al extremo. Hasta el momento lo que más ha costado ha sido una réplica de la Torre Eiffel con muchos detalles con las vigas. Se necesitaron unas 20 horas para hacerse pero una figura de unos 10 centímetros, como un Buda, puede tardar dos horas y media. La torre no es una buena referencia ya que la estructura es muy complicada y puede tardar hasta tres veces más que una figura normal.
¿Qué explicará en sus intervenciones en la feria Menorca Conecta?
Repasaré de forma breve la historia de las impresoras 3D y hablaré del presente, cómo funcionan, apoyando la explicación con videos y fotografías. Haré algunos objetos. Además, las impresoras estarán en funcionamiento en la feria durante todo el fin de semana.
¿Han desembarcado estas impresoras en Menorca?
No tengo conocimiento de que haya ninguna más, actualmente, pero imagino que cuando se implante será un boom, como pasó con los smartphone. Seguro que muchas empresas acabarán teniendo la suya para hacer materiales.