El empresario Joan Melis Nebot ha cedido la presidencia de la patronal hotelera menorquina (ASHOME) a Luis Casals tras ocho años, pero seguirá defendiendo el turismo desde su condición de vicepresidente de CAEB en Balears. En el momento del adiós, agradece apoyos, pide disculpas por sus errores y clama por un gran consenso político para definir el futuro de Menorca a diez años vista.
Se va, ¿pero quería seguir?
— He estado ocho años, un tiempo más que suficiente. Así que planteé que cabía renovar la junta de gobierno para que fuera lo más plural posible, hemos afrontado el proceso con consenso y el resultado ha sido una buena junta y un buen presidente, que hará un gran trabajo.
La patronal seguirá en manos menorquinas, ¿pero el sector?
— También. Al menos, casi toda la oferta de turismo rural, el 80% de los apartamentos y el 55% de los hoteles. No hay una fuga de hoteles a manos foráneas. Al contrario, muchas empresas menorquinas impulsarán importantes inversiones en los proximos meses, al amparo de la Ley General Turística, que permite llevar a cabo modernizaciones tan imprescindibles para Menorca.
¿Le preocupa que los nuevos gobiernos de Menorca y Balears quieran revisar la Ley Turística?
— Por su talante no puedo ser pesimista, ni tampoco espero grandes cambios, pues la economía pivota sobre el turismo y se impone el sentido común. Sí que habrá un nuevo planteamiento acorde con la Reserva de la Biosfera, con el que estamos de acuerdo. Nosotros tampoco queremos ningún proyecto que afecte al medioambiente porque daña nuestro producto. Menorca necesita una gran transformación de un producto que hasta ahora funcionaba y que los mercados ya no aceptan, pues piden otra cosa. Podemos crecer en servicios y experiencias sin consumir territorio. Estamos empezando a salir de una de las crisis económicas más graves de la historia y no podemos poner barreras, sino dar con el producto que nos permita seguir viviendo de esta industria.
¿La reconversión hotelera se plantea también para combatir la oferta de alojamiento alegal?
— La oferta alegal ha sido mi gran asignatura pendiente. El número de plazas no regladas es muy importante. Existe demanda, pero debe regularse para que todos compitamos con las mismas reglas. Sino, los cambios en turismo son tan rápidos que otros destinos donde las normativas no son tan restrictivas nos toman la delantera. Lo que aquí tarda dos o tres años en tramitarse, en otras zonas apenas se alarga un año.
En el pasado mandato, el Consell se comprometió a agilizar los trámites. ¿Lo han notado?
— El anterior Govern hizo dos cosas muy positivas y con consenso: la Ley General Turística y el desarrollo del reglamento, pero el simple anuncio de cambios a estas normas ya crea inseguridad jurídica, y el inversor se frena. Si no puedes dar respuesta ágil a las demandas del turoperador, pierdes el tren y el turista acaba yéndose a otros destinos. Se han parado proyectos porque la administración aún no es la ventanilla única que nos habían prometido. Y eso que la exconsellera Marta Vidal logró aprobar, aunque tarde, la Norma Territorial Transitoria, que clarifica muchas cosas. Ahora solo falta que no haya excesivos cambios y podamos usar esta herramienta. La moda cambia de un día a otro, pero también las demandas de los turistas, y debemos poder darles respuesta.
Habla de inseguridad jurídica, justo ahora que se inicia una revisión del PTI en vigor...
— Por eso hemos pedido desde CAEB y ASHOME reunirnos ya con el Consell para prevenirle de las consecuencias que pueden acarrear sus decisiones. ¿Qué le pedimos? Que antes de mover cualquier piedra hable con el sector. Hay que evitar que se cree inseguridad jurídica y garantizar la necesaria coordinación de criterios con el resto de administraciones. Esto es básico para que Menorca no quede parada.
¿Cuál es el modelo de la Reserva de la Biosfera a nivel turístico? ¿Están de acuerdo con la carretera general proyectada, o abogan, como el nuevo Consell, por reconducirla?
— Menorca necesita un plan de promoción específico, y obras como la reforma de la carretera inciden de lleno. Consultados los transportistas de CAEB, creemos que el proyecto actual permite ganar en seguridad. ¿Pero eso implica hacer las rotondas así o de otro modo? Primero hay que saber lo que queremos para Menorca en los próximos diez años y, la verdad, nunca nadie nos ha convocado para pensarlo de forma conjunta. Cabe un gran consenso entre empresarios y administración, a salvo de los cambios de gobierno. Así damos seguridad jurídica e incentivamos la inversión. Tenga en cuenta que ahora los turistas hasta piden piscinas descubiertas y sin climatizar en invierno, pues en sus países de origen están acostumbrados a ello. Todo lo que demandan lo tenemos, solo cabe ordenarlo.
¿Confía en que ahora sí sea posible, al fin, el traspaso de la promoción turística a Menorca?
— La Fundació Turisme Menorca, con un presupuesto importante y un mínimo de gastos, permitió alcanzar logros inéditos. Pero, como entonces, la promoción es un tema de dinero. El que hubo, público y privado, sirvió para firmar los famosos convenios con los turoperadores que permitieron invertir una tendencia negativa que había supuesto la pérdida de casi un 70 por ciento del turismo británico y recuperar un 60% del alemán. El Govern, que tiene el dinero, y los empresarios turísticos debemos definir la cifra que nos hace falta. ¿El famoso 10% de Balears? No tiene por qué. Eivissa decidió asistir a ferias por su cuenta y le está yendo bien. Pero tiene una marca muy potente, de la que Menorca adolece pese a contar con un producto exclusivo.
¿Hace falta una nueva fundación turistica? ¿La que no fue posible pactar en la pasada legislatura?
— Esta es otra asignatura pendiente. Se llegó al acuerdo de fusionar ambas fundaciones, pero el Consell lo cambió sobre la marcha. Es una de las primeras cuestiones a tratar con el nuevo gobierno, pues lograremos más juntos que por separado. La promoción es vital para Menorca.
Sin el dinero de Madrid, ¿da por perdida la apertura turística de las cuevas naturales de Cala Blanca?
— La tramitación de este proyecto ha sido un cúmulo de despropósitos. El Consell y el Ayuntamiento se olvidaron de un trámite esencial y el Plan de Dinamización se ha alargado demasiado. Pero no doy por perdido ni este proyecto ni el museo naval de isla Pinto. Ambos suman y no consumen territorio.
¿Y la ecotasa? Hace 13 años ya se opusieron en bloque a su implantación. ¿También ahora?
— Ya hemos advertido al Govern que no volveremos a hacer de simples recaudadores. Primero cabe ver el importe del impuesto, cómo se recaudará y a dónde se destinará el dinero. Y esa es una decisión en la que nosotros queremos participar de forma activa. Nos parecerá bien si podemos invertir lo recaudado en Menorca, no el 10% de Balears.