La llegada del gas natural a Menorca, donde empezará a canalizarse el año que viene y estará totalmente desplegado en 2020, reducirá las emisiones contaminantes de CO2 procedentes de los hogares de la Isla en un 22 por ciento.
La implantación del combustible fósil «más limpio» del mercado evitará la combustión anual de 9.232 toneladas de dióxido de carbono y contribuirá con ello a desplazar el uso de los gases licuados del petróleo. El 3 por ciento de la energía primaria consumida actualmente en Menorca es propano y butano; el 42,2 por ciento, diésel o gasolina; y el 54,8 por ciento restante, combustibles líquidos generados en la central térmica de Endesa en el puerto de Maó.
Para el Plan Director Sectorial de Energía, aprobado en 2005, el gas natural es «el combustible fósil de menor incidencia ambiental», lo que convierte en «irrenunciable» su introducción en el sistema energético balear. Es considerado «necesario» para la «diversificación» de las fuentes de energía y para «mejorar la eficiencia».
Por ello, el proyecto adjudicado hace nueve meses a Gas Natural ha sido declarado «de utilidad pública» por tratarse de una «inversión de interés autonómico de especial relevancia para el desarrollo socioeconómico». Esto le garantiza «un impulso preferente y rápido de los trámites ante cualquier administración», incluida la urgente ocupación de los terrenos donde construirá sus tres plantas de almacenaje, dos de ellas en suelo privado. La adjudicataria lo ha aprovechado para preveer la gasificación completa de «todo el suelo urbano», del ya existente y del que queda por desarrollar. Por eso, se compromete a implantar «corredores energéticos» soterrados junto a carreteras y calles y con «mínimo impacto».
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