Además de científico y responsable del programa MaB de la Unesco, Miguel Clüsener-Godt es un propagandista entusiasta de esta declaración. Podrá comprobarse la tarde de este jueves en el salón del Consell (20 horas) en la conferencia pública que ofrecerá dentro del ciclo (re)Pensar Menorca con motivo del 75 aniversario del MENORCA.
¿Cómo se explica hoy la reserva de la biosfera?
— Es un concepto, un modelo de trabajo válido durante un tiempo, que ha de evolucionar. Lo importante es que es un modelo creado y aceptado por la sociedad, que está por encima de las políticas partidistas. Es una figura conocida, la gente con la que he hablado, en los pueblos y en el campo, se identifica con la reserva.
¿Cómo repensamos Menorca en la reserva?
— Repensarlo es actualizar el modelo y mejorarlo. Analizar, por ejemplo, la relación con el cambio climático, cómo reacciona en un tiempo de crisis económica y cómo se comporta ante los nuevos movimientos políticos y sociales. Es una reflexión que ha de salir de la sociedad menorquina, hay gente contenta con la reserva, con los valores que defiende, cómo los protege y cómo se puede mejorar, pero nadie está contento al cien por cien, lógicamente.
¿Para qué sirve realmente una reserva de la biosfera?
— Se puede explicar diciendo que es un laboratorio para el desarrollo sostenible. Es una herramienta. Se trata de un territorio terrestre o marino con zonas protegidas, zonas de amortiguamiento y zonas de transición, donde vive la población. Este entorno es una reserva, vinculación entre naturaleza y su uso sostenible, inclusión y participación de la sociedad en la gestión de ese territorio.
Dicho de otro modo, ¿qué beneficio obtiene Menorca?
— En primer lugar, la aceptación, diría unánime, del modelo por encima de diferencias políticas. Después, con el intercambio de información y experiencias de la red, 669 sitios de 120 países. España tiene 48 reservas y Menorca es un buen modelo para otras.
Pero no ha servido para avanzar, por ejemplo, en un modelo de energías renovables.
— Hoy hemos estado hablando en el Consell de impulsar el coche eléctrico, que ha de alimentarse con esa energía, hacerlo con la térmica sería un poco contradictorio. Es un proceso, hay mucha sabiduría fuera que se puede incorporar a través de la red de reservas, por ello es importante que los técnicos participen en ella. Luego es cuestión de preferencias políticas e inversión como se ha hecho en la isla de El Hierro, que se abastece íntegramente de renovables. Pero es importante también que el pueblo lo acepte, la energía eólica tiene un impacto visual y de ocupación de terreno. Las iniciativas novedosas no excluyen reacciones en contra, hay que hablar y participar, todo tiene un precio naturalmente.
Sí ha habido seguimiento de la reserva menorquina durante estos 22 años, ¿se ha hecho algo que contraviene los principios de la declaración?
— Hay una revisión cada diez años, Menorca pasa ahora la segunda revisión. La primera coincidió con el proyecto del gran dique en el puerto de Ciutadella, era un punto negro en esa evaluación. Por la información que tengo, siempre ha funcionado bastante bien.
En ocasiones, se ha interpretadola reserva con tono restrictivo, como impedimento.
— La reserva no debe verse como etiqueta prohibitiva, es un acuerdo común de la sociedad. Es una herramienta para evitar abusos, no para prohibir.
La declaración de reserva da valor al territorio ¿cómo lo rentabilizamos después?
— Un ejemplo, el turismo de masas da mucho rendimiento a unos pocos. Un pacto de valorización del producto como el de Menorca genera un turismo de calidad y distribuye mejor el beneficio. Si cuidas el medio ambiente tienes también más calidad de vida. Esto se valora mucho, hace poco me encontré con un reportaje de media página en el «New York Times» de una pareja angloamericana que pasó por aquí y cantaba maravillas de Menorca reserva de la biosfera. Es un tipo de turismo que la única huella que deja es la de la playa.
¿Un incremento notable del turismo es incompatible con el espíritu de la reserva?
— Si destruye la cultura y la identidad, sí. Un mayor volumen, no. Hay reservas con mucho más turismo, pero más turismo que habitantes es una amenaza, pero Menorca solo tiene dos meses de gran ocupación.