Más compacta, de mayores dimensiones, mínimos olores y con tecnología de última generación para que al vertedero se derive lo mínimo. La planta de tratamiento de residuos de Milà se moderniza completamente para recuperar «al máximo» aquel material que podría haberse separado en origen a través de una correcta recogida selectiva pero que no se ha hecho. Y por tanto, llega mezclado a la planta.
La concesionaria de la gestión de Milà, la UTE formada por Ferrovial Servicios y Adalmo, invertirá en torno a diez millones de euros en las nuevas instalaciones que ahora inician los farragosos trámites burocráticos que pueden prolongarse algo más de un año.
La Comisión Balear de Medio Ambiente tiene el documento en exposición pública hasta el 2 de junio para, posteriormente, iniciar el proceso de solicitud de informes técnicos a los distintos departamentos competentes y de subsanación de deficiencias, en caso de ser requeridas. El presupuesto de la obra civil alcanza los 4,1 millones de euros. No obstante, el coste ascenderá hasta los diez millones, aproximadamente, al cuantificarse la nueva maquinaria, aún en fase de estudio y sin presupuestar.
La nueva planta cambiará de fisonomía. El proyecto contempla demoliciones, reformas y la construcción de nuevas edificaciones. Los distintos edificios que la conforman se unificarán. Además, a diferencia de la instalación actual, todas las naves estarán cerradas, una medida correctora para evitar olores, elementos volátiles y la dispersión de partículas. Será posible gracias a un sistema de renovación de aire y ventilación de manera que el ambiente se depure mediante un biofiltro que se ubicará en el tejado de la nave de compostaje.
Los edificios pasarán de ocupar una superficie de 9.762 metros cuadrados a crecer hasta los 13.036 metros cuadrados, es decir, un incremento del 33 por ciento.