Era 15 de junio. Nueve menos diez de la noche. Más de 25 embarcaciones acabaron hundidas después de sufrir una devastadora 'rissaga'. Las oscilaciones en el nivel del mar de hasta cinco metros dejaron importantes destrozos y unos daños económicos, según cálculos de la UIB, por valor de treinta millones. El miércoles se cumplen diez años de aquel episodio desolador.
El puerto de Ciutadella reúne las condiciones idóneas para la amplificación de las 'rissagues' o meteotsunamis, que se generan como respuesta a unas condiciones atmosféricas determinadas. Es por eso que, tal como indica el doctor y profesor titular del Departamento de Física de la UIB, Sebastià Monserrat, «Ciutadella es uno de los laboratorios de meteotsunamis más importantes» a nivel mundial y uno de los primeros lugares donde se investigó el fenómeno. Estas variaciones del nivel del mar que se producen de repente se dan también en Malta, Sicilia, Australia e incluso en lagos de Estados Unidos, entre muchos otros lugares. De ahí que todos los avances que se produzcan en cualquier enclave pueden trasladarse y aplicar para mitigar sus efectos.
Los organismos implicados en la detección y alerta de la 'rissaga' coinciden en apuntar que a lo largo de esta década se han introducido avances dirigidos principalmente a mejorar su predicción, pero también a observar el fenómeno y minimizar sus consecuencias.