Su vuelo tenía que partir del Aeropuerto de Menorca el lunes a las 22.20 horas y finalmente no llegaron a Barcelona hasta las 9.15 horas de este martes. Once horas para un traslado previsto en 45 minutos. Es la última de las recurrentes incidencias que está protagonizando Vueling en el inicio de la temporada.
Lo relatan Anna, que había venido de vacaciones, y María Isabel, por trabajo, y que tuvieron que pasar la noche (en realidad un par de horas) en el hotel Los Gavilanes de Cala Galdana, donde, después de muchas esperas para coger un taxi, llegaron pasadas las tres de la madrugada.
El vuelo (3719) se fue retrasando hasta que pasada la medianoche del lunes al martes la compañía comunicó vía mensaje de texto que quedaba cancelado. Era la consecuencia de «problemas de la operativa interna», según se limitaron a explicar este martes desde la compañía. La razón de la cancelación es que no llegó el vuelo procedente de Barcelona, donde se vivió una situación similar: horas de espera para que el vuelo acabase cancelado.
La historia vivida en el Aeropuerto de Barcelona la relata Carlos, de 70 años y residente en Menorca. Tras hasta siete cambios de puerta de embarque, el vuelo 3718 con destino al Aeropuerto de Menorca inició el embarque a las 22.30 horas, dos horas después de los previsto.
Los pasajeros tomaron asiento, pero el avión no partía. Los ánimos iban subiendo de tono hasta que las azafatas, según el relato de los hechos, informaron de que se había producido un problema de 'overbooking'. La razón esgrimida por los trabajadores de la compañía es que un pasajero con silla de ruedas ocupaba dos asientos y no podían dar cabida a todos los viajeros.
Fue entonces, en torno a la medianoche, cuando, viendo que el problema no se resolvía, el comandante informó de que se tenía que cancelar la salida porque no les daba tiempo a llegar antes del cierre del aeropuerto menorquín.
Los pasajeros denuncian que la compañía no logró encontrarles hotel y que tuvieron que dormir en la terminal, con tan solo un "bocadillo congelado y una cerveza" como cortesía. Finalmente llegaron por la mañana, tras medio día perdido en un aeropuerto.
Desde la compañía aseguraron ayer que los problemas se han limitado este fin de semana, pero su versión es contrapuesta a la de la sección sindical de Sepla Vueling, el sindicato que representa a buena parte de los pilotos de la compañía: «Estamos viviendo una verdadera avalancha de quejas por parte de las tripulaciones», aseguró ayer uno de sus representantes, sin querer desvelar su nombre por temor a las consecuencias.
«La causa es una mala planificación, hay falta de pilotos y falta de aviones. Han cogido más demanda de la que pueden asumir», explicaron desde Sepla. «Lo venimos avisando hace más de un año. Nosotros también nos vemos perjudicados en nuestra vida privada. No podemos planificarla porque nunca sabemos cuando llegaremos».
El sindicato asegura que respetará los cien días de gracia que prometió conceder a la renovada junta directiva de la compañía, pero asegura que «falta un mes para que se cumpla ese plazo y si no vemos gestos, tomaremos medidas», advierten, conscientes de que el problema no es responsabilidad de la nueva directiva, sino de la anterior.
Más que antes
No es una situación, la de las cancelaciones, retrasos y pérdidas de maletas que suene extraña en las agencias de viajes de la Isla, desde donde han detectado un aumento de las incidencias relacionadas con la compañía, principalmente en los trayectos con Barcelona, donde la empresa tiene su sede y donde gestiona el 40 por ciento del tráfico aéreo, con más de 400 vuelos diarios con origen o destino en la capital catalana.
Las incidencias ocurridas entre el domingo y el lunes afectaron, al margen de los dos vuelos mencionados –los que debía trasladar alrededor de 150 pasajeros de Barcelona a Maó y en el sentido contrario–, a otro vuelo que debía conectar Eivissa con Madrid. En Barcelona se cancelaron un total de nueve vuelos.