El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Maó afronta uno de los problemas de convivencia más peliagudos que se producen en esta y muchas otras ciudades: la conciliación entre las actividades de ocio nocturno y el derecho al descanso de los vecinos. Para ello, en el pleno municipal de este jueves (19 horas) somete a aprobación inicial la modificación de la ordenanza municipal que regula los horarios de establecimientos, como es el caso de los bares y las discotecas.
La propuesta inicial del equipo de gobierno, explica el teniente de alcaldía Vicenç Tur, es reducir en dos horas el horario de cierre de este tipo de locales, con lo que para restaurantes, bares y cafeterías se pasaría de poder tener abierto hasta las 4 horas a hacerlo hasta las 2 horas, y para cafés concierto, salas de fiesta y discotecas se pasaría de echar la persiana a las 6 horas, como están haciendo ahora, a apagar la música a las 4 horas. Estos horarios corresponden a los viernes, sábado y víspera de festivos, cuando se producen más conflictos de convivencia. El resto de días, todo se rebaja una hora.
Tur destaca que es un planteamiento inicial, abierto a un «debate sereno» con todas las partes implicadas con la intención de alcanzar el máximo grado posible de consenso y acuerdo, «hay margen para conseguirlo». El teniente de alcaldía reconoce que la existencia de una demanda de ocio nocturno es innegable, «en ningún caso queremos que estas actividades cierren», pero que se tiene que hacer compatible con el descanso de los vecinos, un valor que cada vez es más respetado y tenido en cuenta en sentencias judiciales y en la propia normativa europea, que «es muy estricta en este sentido». Entre la aprobación inicial de mañana y la definitiva, «todo el mundo podrá participar, daremos audiencia a todos los implicados». Eso sí, con la firme voluntad de encontrar soluciones a una situación que está generando mucho malestar, como han expuesto al Consistorio de forma insistente los particulares y colectivos vecinales afectados.
Focos localizados
En Maó hay puntos muy localizados donde se crean este tipo de problemas de convivencia nocturna, que se producen cuando los clientes acceden o abandonan los locales, en la calle. Inactiva la céntrica discoteca Sí, que en su día ya motivó quejas de los vecinos colindantes, ahora estas situaciones se han trasladado sobre todo a la zona de Borja Moll, aunque hay otros focos puntuales. «Son locales de fin de la jornada nocturna, y lo que queremos es que se acabe produciendo un cambio en las dinámicas, que se adelanten algo los horarios», algo que Vicenç Tur reconoce como complicado ya que quien quiere demorar la vuelta a casa siempre encuentra donde continuar con la fiesta.
La compleja cuestión tiene ya un largo recorrido a sus espaldas, incluso con intentos de regulación a nivel insular que no han llegado a buen puerto.