La docena de trabajadores que se encargan del control de los accesos a las playas, contratados por la Fundació per a Persones amb Discapacitat de Menorca, no pueden más. Y no solo por la situación provocada este verano, que ha hecho que hayan tenido que aguantar a diario insultos e incluso alguna agresión, sino por las «pésimas» condiciones laborales a las que están sometidos.
La mayor parte del verano, los empleados han hecho jornadas diarias de diez horas y solo un día libre a la semana. La situación no es nueva, de hecho ha sido así las últimas cinco temporadas, explican los trabajadores. Un total de 60 horas semanales por un sueldo de 1.026 euros, lo que equivale a 3,9 euros la hora.
Las últimas semanas, gracias a «la insistencia del coordinador del servicio», han logrado una cierta mejora, con la incorporación de un nuevo trabajador, lo que les ha posibilitado disfrutar de dos libres a la semana. Sin embargo, una baja de un empleado hizo que la mejora durara menos de lo deseado.
Los trabajadores han querido denunciar públicamente su situación «para que todo el mundo sepa en que condiciones nos tienen contratados». Lo han hecho ahora cuando está a punto de acabar la temporada y días después de no prosperar el cese del gerente de la Fundació, AndreuHernández. «La verdad teníamos la esperanza de que el cambio de gerente propiciara un cambio en nuestras condiciones», asegura el coordinador del servicio, Enrique Pons.
Y al ver que todo va a seguir igual, los trabajadores han estallado contra el gerente al que responsabilizan de la situación. «Pedimos una mayor atención, que vea lo que estamos pasando y que busque soluciones para que la temporada que viene no vuelva a pasar», asegura Mercedes de Olivar, otra empleada de la Fundació per a Persones amb Discapacitat.
Ignorados
Se sienten ninguneados por el gerente, que nunca ha mostrado empatía por este colectivo, denuncian. «Ninguno de nosotros sabe ni siquiera que cara tiene», afirman los trabajadores. De hecho, el único que lo conoce es el coordinador, pero nunca le ha podido exponer los problemas «porque nunca hemos mantenido una reunión», afirma. «Aún es hora que nos dé los buenos días», asegura.
Las largas jornadas laborales, no compensadas económicamente, no son su único problema. Pasan muchas horas bajo el sol, la mayoría de días no tienen ni media hora para comer y en algunos aparcamientos como Cala Turqueta ni siquiera hay aseos públicos. A ello se le añade el trato denigrante que muchas veces padecen de los usuarios de los parkings de las playas.
«Estamos sufriendo mucho», reconoce apenada una trabajadora. «Cuando acabamos la jornada, estamos tan cansados física y psicológicamente que no podemos hacer nada más», coinciden todos los informadores. «Más de uno me ha venido llorando, que no podía más», afirma el coordinador. Y con este panorama no extraña que muchos de los trabajadores no repitan.
«Y si no nos hemos plantado a mitad de temporada es porque necesitamos el sueldo y porque nos sentimos responsable, ya que sin nosotros estos sería un caos total y generaría unos colapsos enormes», afirma el coordinador del servicio, Enrique Pons.
El servicio que se inicio a mediados de mayo y acaba el próximo martes. Los trabajadores son consientes que esta denuncia pública puede ir en su contra, pero «ya no aguantamos más».El que más teme perder es el coordinador: «Igual me estoy cerrando puertas, pero tengo la consciencia muy tranquila, lo único que quiero es que esta situación no se vuelva a producir», manifiesta Enrique Pons.