Estar en posesión de una carrera universitaria ha dejado de ser garantía de futuro profesional. Los contratos que se formalizan entre la población joven son de un perfil bajo, a pesar de disponer de la preparación necesaria para puestos de categorías superiores. El panorama laboral al que se enfrenta este colectivo de la Isla no es nada halagüeño, con una realidad mucho más dramática que la que vive el resto de la población menorquina.
En lo que respecta a las cifras del paro, más de la mitad de los desempleados de la Isla son jóvenes menores de 30 años (según cifras de 2015), una proporción significativamente superior a la del resto de islas donde este porcentaje no supera el 30 por ciento del total de inscritos en las listas del SOIB.
En lo que se refiere a contratación y, por tanto, a creación de empleo, la mayor parte de los trabajos son temporales, con independencia de su nivel de estudios. Los datos facilitados por el Observatori Socioambiental de Menorca desvelan que los jóvenes sin estudios superiores copan un porcentaje más elevado de contratos indefinidos que aquellos trabajadores con formación universitaria. Nueve de cada diez jóvenes con carrera se hacen con un contrato de carácter temporal. Y solo uno de cada diez formaliza un empleo indefinido y, por tanto, con mayores garantías de estabilidad. Esta realidad va agravándose con los años.