Javier López-Cerón estaba este martes en una reunión sobre seguridad de las fiestas en Ciutadella, «hasta el último día trabajando», declara. Sabe que ha llegado la hora del relevo, aunque el suyo es uno de los últimos en cubrirse cuando se produce un cambio en la Administración. A veces ha tardado meses, aunque parece que ahora todo será más rápido.
Capitán de fragata y comandante de la Estación Naval cuando fue designado director insular de la Administración, cuando llegue el momento del cese en el cargo se incorporará a las Fuerzas Armadas y de inmediato pedirá su pase a la reserva, salida a la que puede optar por razones de edad (60 años) y trayectoria de servicio.
Todo ese proceso lo afronta con la sensación «del deber cumplido», con «la conciencia tranquila, que es lo importante», asegura. Asume el cambio con normalidad y como voluntad del destino, «que hay que aceptar con normalidad». En su caso, incluso con optimismo, «amanecerá otro día y posiblemente sea mejor», advierte.
No le ofrece la misma confianza «el futuro político que viene», un futuro sobre el que se muestra escéptico y del que expresa su deseo de «que ojalá todo salga bien».
López-Cerón vivirá ese futuro en Menorca, donde «estoy felizmente casado y mi mujer trabaja», agrega, además de ser la Isla una elección personal desde que la conociera a raíz del destino profesional.
Seis años
López-Cerón ha estado casi seis años como responsable del palacete de la plaza Miranda. Tomó posesión de la Dirección insular de la Administración en diciembre de 2012 al sustituir a Antoni Juaneda Cabrisas.
Después de los siete años largos de Javier Tejero en el puesto, es el segundo que más tiempo ha durado en el cargo como represetante del Gobierno.