La nueva planta de tratamiento de Milà rescatará para su conversión en compost y combustible el 62 por ciento de los residuos domésticos que lleguen a la instalación sin separar, es decir, los que han sido depositados en el contenedor gris. El proyecto que se ejecutará a lo largo del año que viene apuesta claramente por una reducción drástica de los desechos que acaban en el vertedero y por maximizar la recuperación de los subproductos.
Las nuevas instalaciones, totalmente mecanizadas, y dotadas con tecnología de última generación, permitirán, por un lado, que un 45 por ciento de estos desechos que llegan mezclados se conviertan en material bioestabilizado, es decir, una especie de compost. Ahora la planta tiene siete túneles para estos materiales, de los que solo dos están en activo. La nueva instalación contará con 14 túneles ya que se prevé un impulso importante a la recuperación de la materia orgánica.
Por otro lado, el 17,3 por ciento de los residuos que se hayan depositado en el contenedor gris se recuperará para convertirse en combustible sólido, un nuevo material que las cementeras utilizan para alimentar sus hornos.