Los apicultores españoles se encuentran en plena crisis al no poder competir con los precios de la miel importada de terceros países. El aumento de su importación se ha disparado en los últimos años provocando, según datos de Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), una caída en los precios de la miel de origen de hasta un 40 por ciento. El colectivo denuncia que el mercado está paralizado ya que, a pesar de que España es líder en producción de miel, las empresas envasadoras han dejado de comprarla y optan por comercializar miel de baja calidad, principalmente, de China.
Por ello, exigen que se modifique la actual normativa sobre el etiquetado que permite a la industria no especificar el origen de las mieles. En Menorca, la Associació Menorquina d'Apicultors y Unió de Pagesos se ha adherido a tal reivindicación que, aunque en la práctica no se han movilizado, sostienen con firmeza la necesidad de revertir la situación.
Por su parte, añaden que la problemática afecta, también, a los consumidores que desconocen el origen de la miel que compran. «Me parece justo que el consumidor sepa lo que consume», señala Sebastià Pons, el mayor productor de miel de Menorca y fabricante de la miel S'eixam.
Fuera de la crisis
Aún así, el sector apícola en Menorca se salva de esta crisis y los productores de miel locales han podido mantener sus precios. Entre los motivos que les hacen estar fuera de peligro despunta la poca oferta existente. A día de hoy, la Isla tan solo cuenta con tres fabricantes de miel a nivel profesional frente a una demanda considerable.
«Mientras que en toda Menorca hay alrededor de 1.400 colmenas, un solo apicultor de la Península puede tener unas 4.000», explica Pons. De hecho, la Associació Menorquina d'Apicultors cuenta con unos 140 de los cuales casi todos son aficionados.
La poca competencia sumada a la gran calidad del producto y a la comercialización en pequeños comercios o de venta directa hacen que los apicultores no tengan problemas en «sacar su propia miel».
Aún así, también deben combatir su propia batalla. «La apicultura es la única actividad agrícola que depende totalmente de la naturaleza», afirma Antoni Anglada, otro de los profesionales del sector y productor de la miel Dolçamar.