Sin freno. Así se comporta la población menorquina que decide instalar su residencia en el exterior. La fuga de ciudadanos sigue aumentando y en 2018 la Isla batió un nuevo récord de población residente fuera de nuestras fronteras. Son ya 3.137 los menorquines que han decidido coger sus bártulos y salir en busca de mejores oportunidades laborales o mayor formación. También puede tratarse de inmigrantes o hijos de inmigrantes (con la nacionalidad española) que optan por regresar a su país de origen (son aproximadamente la mitad de todos los que se han ido) o que han decidido probar suerte en otro enclave.
Así se desprende de los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre el padrón de españoles residentes en el extranjero (PERE).
Esta cifra total representa que en solo un año se han marchado de la Isla otros 80 menorquines, lo que en porcentaje supone un crecimiento del 2,6 por ciento, unas cifras similares al ritmo que marca este colectivo a nivel nacional cuyo aumento se ha fijado en el 2,5 por ciento.
Estas ochenta personas que se han ido confirman que la fuga sigue imparable, no obstante, también es cierto que el éxodo se ha ralentizado. En los últimos años, el número de menorquines que se marchaban oscilaba entre los 150 y los 200 al año. La excepción fue en 2015 cuando la huida se cifró en más de 400.
Si comparamos el número de menorquines que residen actualmente en el exterior con los que había hace cinco años, supone que se ha marchado la friolera de 820 desde entonces. Pero si retrocedemos hasta 2008 (a uno de enero de 2009), último año con cifras disponibles en la plataforma estadística estatal, comprobaremos que el padrón de menorquines residiendo en el extranjero casi se ha triplicado.
La crisis económica marcó un antes y un después en este sentido, en especial, entre el colectivo más joven y las personas nacidas en otros países quienes vieron que la Isla no podía satisfacer sus necesidades laborales y económicas. Una vez la economía ha iniciado la senda de la recuperación, no hay tampoco indicios de que se vaya a dar un vuelco. Siguen marchándose.
En cuanto a los menorquines con estudios superiores, Menorca se queda corta para poder ofrecerles un trabajo cualificado y que puedan regresar. De ahí que cada vez sean más los que se van y difícilmente puedan volver. En los últimos ejercicios no ha habido un cambio de tendencia. Sigue el éxodo.