Con fervor, devoción y espiritualidad. Así se vivió este viernes en la Isla el Viernes Santo durante una jornada en la que las cofradías celebraron la que está considerada como la fiesta más emblemática de la piedad menorquina y que tuvo uno de sus momentos cumbre en las procesiones del Santo Entierro que se desarrollaron en diferentes poblaciones. Así sucedió en Ciutadella, Maó, Ferreries, Es Migjorn Gran, Es Mercadal y Sant Lluís, donde los fieles salieron a la calle para acompañar al Cristo crucificado como símbolo de la salvación de la humanidad.
Ciutadella
En la sede episcopal de la Diócesis, caía la noche cuando la procesión partía desde la Catedral para iniciar su habitual recorrido por las calles más céntricas del casco antiguo de la ciudad. Una celebración que contó con la participación del obispo Francesc Conesa. El pastor de la iglesia menorquina se encargó de presidir un recorrido en el que tomaron parte las siete cofradías del municipio (Hossana, la Bona Mort, Jesús Nazareno, Sant Crist, La Pietat, el Sant Sepulcre y La Soletat).
Cuando el reloj de la seo marcaba tres minutos por encima de las 20.30 horas, y después de que por unos momentos chispeara ligeramente sin que la cosa fuera a mayores, se comenzó a recrear la escenificación de la Pasión de Cristo, a través de un recorrido lento y silencioso, seguido con mucho respeto, que buscó su camino entre las estrechas calles del centro.
Una sensación de sosiego se respiró a lo largo de todo el recorrido, algo a lo que contribuyeron la música y los cánticos, para lo que se contó con la participación de Banda de Ciutadella, un grupo tambores y cornetas, las jóvenes voces de la Coral de Pueri Cantores de la Catedral y los integrantes de la Capella Davídica.
Una vez de regreso al punto de partida, la procesión, que fue muy seguida durante todo su recorrido, cumplió a las puertas de la Catedral con otro de los momentos más importantes del Viernes Santo, la pronunciación del «Sermó de la Soletat», que ayer corrió a cargo del religioso Antoni Fullana. «Hoy es un día de silencio, esperanza y oración; un día propicio para acompañar a María en su dolor, en su soledad; nos encontramos ante la imagen de una mujer valiente que siempre estuvo al lado de su hijo», apuntó durante una intervención en la que puso el acento en reivindicar figuras como la de María en una sociedad actual: «Necesitamos madres fuertes, que sepan superar la adversidad y restaurar el corazón de sus hijos, madres que nunca se den por vencidas y que siempre estén firmes en el cumplimiento de su misión», recordó a los fieles.
Maó
El viento que se hacía notar en la fachada marítima de la ciudad del levante insular podía hacer pensar que, quizá como en ocasiones anteriores, algunas cofradías se verían obligadas a salir en procesión sin sus pasos. Sin embargo, todas las hermandades pudieron desfilar, al menos, con uno de sus pasos. La ventisca en las calles del centro se apreciaba en menor medida e incluso la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, La Soledad, pudo hacerlo con su Virgen.
Eran las 20.40 horas cuando la cofradía del Vía Crucis inició la marcha desde la Plaça Constitució, donde las congregaciones se habían concentrado para iniciar esta procesión del Santo Entierro. Lo hacía justo por detrás de la galesa Gwent Touring Band, que este año cumple veinte años de presencia en la Semana Santa de Maó.
Ese era el principio de un recorrido que se prolongó durante varias horas y que culminó de nuevo ante las puertas del templo de Santa Maria.
Fueron unos centenares de cofrades los que desfilaron en procesión, con presencia de miembros de las siete hermandades de la ciudad: del Vía Crucis, San Pedro Apóstol, Nuestra Señora de la Piedad, La Sangre, el Santo Sepulcro, los Centuriones de San Cornelio y la cofradía de La Soledad, que cierra siempre la procesión del Viernes Santo justo delante de los integrantes de la Banda de Música de Maó, y que contó con la presencia del rector de Santa Maria, Joan Miquel Sastre, acompañado de los sacerdotes Llorenç Vidal y Llorenç Sales, además del diácono Joan Mercadal.
Dos de las cofradías, del Vía Crucis y de La Sangre, participaron con dos pasos infantiles, portados por continuadores de esta tradición. Una celebración que, una vez más, anoche se vivió con devoción, con cientos de personas en los márgenes de las calles por donde transcurrió la procesión en el día de la Pasión y muerte de Jesús.
La procesión transcurrió con normalidad, excepto por la detención de un hombre, al parecer, por presunta alteración de orden público. Fue conducido por varios agentes de la Policía Local hasta la comisaría, situada en los bajos de las Casas Consistoriales.