Nadie ofrece cifras concretas, algunos porque aún han de hacer cuentas y otros porque prefieren omitirlas a la espera de cómo se resuelva la fallida de Thomas Cook. Entre los segundos, figura Autobuses Mahón, una de las empresas locales más perjudicadas por la ruina del turoperador.
Toni Masferrer, responsable de la empresa, asume el impacto, «teníamos pendiente de cobro julio, agosto y septiembre, un dineral». Autobuses Mahón realizaba todos los traslados por carretera de los clientes del operador británico, por lo que es la que sufre las peores consecuencias de la quiebra. No es la única, aunque el pago pendiente en otras, como la Central de Autocares (Norbús y Torres) es «muy bajo, testimonial», señala José María Camps.
Junto con el sector hotelero y del alojamiento, el transporte discrecional por carretera es el más damificado, si bien son muchos los ámbitos de negocio salpicados por el crack. El abanico abarca desde excursiones a lavanderías, desde viviendas turísticas a mayoristas, desde proveedores a los rent a car.
Tanto como el perjuicio directo que ha causado la deuda que deja, importa el indirecto y que sufren los negocios vinculados al turismo. Thomas Cook en temporadas pasadas suspendía pagos en septiembre para la mayoría de proveedores y los retomaba en octubre, algo que no ocurrirá ya este año.
Además de las ventas en paquete, avión y alojamiento, que son los únicas cubiertas por el consorcio de seguros de viaje británico (ATOL), parte de las plazas de sus vuelos eran ocupadas por pasajeros que habían contratado directamente el alojamiento. Es el caso de las viviendas vacacionales, con mayoría de clientes procedentes del Reino Unido y al margen del entorno de Londres.