Dos fincas agroganaderas de Menorca, Biniaumaia (Es Mercadal) y Lloc Nou (Ciutadella), han sido las primeras del archipiélago balear en constituirse en agroestancia, la nueva figura de alojamiento turístico que estableció la Ley Agraria a principios del año pasado y que permite a las explotaciones preferentes en las que resida el payés alojar y dar desayuno a un máximo de seis turistas. Los llocs ya cuentan con la licencia expedida por el departamento de Economía del Consell y al menos una de ellas, Lloc Nou, ya ha empezado a comercializar estancias.
Pau Bosch es el responsable de la SRM Lloc Nou, una finca que produce vaca de leche y frutas y verduras de temporada. Está situada en las proximidades de la ermita de Sant Joan de Missa y en la casa en la que reside el payés se han habilitado cuatro habitaciones en primera planta. «Nuestra idea es alojar solo a una familia a la vez, pensamos que no se sentirían cómodos de otro modo porque no somos un hotel rural ni un agroturismo».
La novedad de la figura de la agroestancia centra las principales preocupaciones que tanto Bosch, como la propiedad de la finca se están encontrando. Como suele ocurrirle a los pioneros tendrán que abrir camino. El primero de los problemas se centra en la normativa. La Ley Agraria establece que el Consell tiene capacidad para reglamentar y establecer condiciones concretas para este tipo de alojamiento. En ausencia de ese reglamento se aplica lo que establece la Ley Turística para la modalidad de alquiler en vivienda principal, debiendo cumplir todos los requisitos con algunas exenciones, como la que les libera del límite de dos meses de periodo de actividad turística.
La siguiente cuestión es la de la comercialización. «Todavía no existe ninguna categoría en los portales de comercialización, y tenemos prohibido vendernos como casa rural o cualquier otra tipología». Por el momento ya se anuncia en plataformas como Booking bajo el nombre Agroestancia Lloc Nou. Destaca de su oferta su cercanía a playas como Macarella y la existencia de piscina, aunque el principal atractivo –así está pensada esta modalidad– es vivir de cerca la actividad agroganadera.
«Si vienen y solo quieren descansar obviamente lo respetaremos, pero la idea es que puedan conocer cómo es la vida en el campo», explica Bosch, quien destaca, en un momento muy sensible para el sector, lo conveniente de que las personas de ciudad conozcan cómo es el día a día de un payés. «Es un atractivo que puede gustar y dar visibilidad al campo».
Y no solo para la gente de ciudad, sino también para los menorquines. «Aquí vienen jóvenes de Menorca y es sorprendente cómo nos hemos olvidado de cómo funciona el campo». En ese sentido considera que la oferta de este tipo de alojamientos también es interesante para que los niños y jóvenes menorquines vuelvan a las raíces. En el otro lado de la moneda están los payeses, que ven en esta nueva actividad económica una oportunidad para diversificar ingresos y «poder seguir haciendo lo que nos gusta».