El turismo residencial puede convertirse en el colchón sobre el que frenar un colador económico. Por un lado, propietarios extranjeros de segundas residencias ya han hecho llegar a la presidenta del Govern su petición para poder desplazarse a las Islas, aunque sea para confinarse durante el estado de alarma. Por otro, gestores de viviendas vacacionales ven en su oferta el potencial para amortiguar la caída turística ante una temporada que será ya de por sí atípica y difícil de sobrellevar.
Abrir la puerta a ambas opciones permitiría un ingreso aproximado -y siempre tomando el dato con cautela- a los 345 millones de euros, en base al gasto turístico que se generó el año pasado entre los meses de julio y octubre (en los doce meses de 2019 el desembolso turístico de estas dos alternativas sumó 493 millones). En lo que respecta a los alojamientos que escapan de la opción hotelera, el gasto de los turistas fue de 253 millones en este período de cuatro meses analizado. Y los propietarios y gestores de viviendas turísticas consideran que cuando se permita la movilidad «su naturaleza hace posible que los visitantes puedan pasar sus vacaciones en alojamientos seguros, en los que se puede mantener el distanciamiento social, además de contar con todos los servicios que necesiten como si estuvieran en su propio domicilio y con garantías sanitarias» y, además, en un entorno vacacional, con piscina y jardín. Así lo aseguran desde la Asociación de Empresarios de Viviendas Turísticas de Menorca (Viturme). «Este año no va a ser para hacer dinero, pero al menos para mantenernos abiertos», asegura su presidente Javier Pons de Marco. Indica en base a información recabada de turoperadores británicos que «los viajes de larga duración no se producirán (a Asia o EEUU, por ejemplo) o los de deportes y de conciertos tampoco, los grandes hoteles lo tendrán difícil, pero los ingleses querrán salir y buscarán destinos cercanos, con buena sanidad y donde puedan asegurar el distanciamiento social, Menorca lo ofrece». Agrega que la actividad turística repercute directamente sobre la economía de la Isla, ya que «si logramos abrir tres meses supondrá poner en marcha a jardineros y personal de limpieza», entre otros, y con ello, aliviar algo los malos datos económicos. Consideran «imprescindible» transmitir un mensaje de seguridad sanitaria. Y agregan que «ya nos preocupamos nosotros de que no tengan que salir de su casa mediante, por ejemplo, restaurantes o supermercados con reparto a domicilio». Las viviendas vacacionales son una parte importante del pastel turístico copando en torno al 30 por ciento del turismo que llega a la Isla. Es por todo ello que han solicitado al Consell y al Govern que «en el momento en que la movilidad tanto nacional como de nuestros principales países emisores esté permitida podamos estar situados en una posición privilegiada». Desde la patronal del alquiler turístico Habtur también indican que una vez superada la crisis sanitaria «debemos pensar en el día después y la recuperación pasará por nuestro sector, es hora de tener en cuenta las viviendas vacacionales». A esta ventana que se entreabre, hay que sumar al turista que dispone de una residencia en la Isla. El año pasado, el gasto que dejaron los 60.500 que viajaron en viviendas de su propiedad (de julio a octubre) fue de 91 millones. Y las voces que reclaman levantar el veto a estos desplazamientos se van multiplicando. Aunque no es tan fácil como puede parecer. Sectores consultados por este diario informan que tras contactar con propietarios británicos «tienen muchísima ilusión por venir, pero el asunto es ahora más complicado que contar solo con la ilusión». La situación británica se halla dos o tres semanas por detrás de la española. Y «las aerolíneas no van a poner un avión para contentar a unos pocos», agregan. Además, a pesar de tener vivienda aquí, si no se puede demostrar residencia permanente no permiten volar. De cara a los próximos meses, coinciden en asegurar que cuando se desbloquee la entrada al turismo internacional, dar prioridad a propietarios de segundas residencias sería un tema a tener en cuenta porque «serían los primeros interesados en venir, siguen siendo turistas, aunque fieles e importantes». Intuyen que el turismo familiar escaseará y la parte de la temporada que pueda salvarse se trasladará al otoño, «una época interesante para los dueños de segundas residencias».