El protocolo divulgado el lunes, en calidad de borrador, para el regreso a las aulas de determinados alumnos a partir del 25 de mayo no ha sentado nada bien en los centros docentes de la Isla. Los distintos directivos consultados, de diversos niveles educativos, coinciden en que es un documento que arroja una importante cantidad de dudas y que aboca a una intensa labor de preparación que, al ser clases voluntarias, no se sabe qué respuesta tendrá por parte del alumnado.
En primer lugar, se critica que el documento se haya divulgado sin consulta previa alguna, que se deja para una reunión a celebrar el jueves. «Esto genera confusión durante varios días», explica una directora. Algunas familias se pusieron ayer en contacto con sus colegios para preguntar si el día 25 de mayo se reanudaba el curso.
Mientras las dudas no se aclaran, corre un tiempo precioso para la preparación. De momento, algún instituto fue ayer objeto de una limpieza a fondo. Para las escuelas infantiles se espera a la semana que viene. En el caso de los colegios, depende de los consistorios. Los directores consultados ayer no sabían nada al respecto. Después habrá que prepararlos. «Parece sencillo, pero hay que poner carteles, separar espacios, es un esfuerzo importante», indican. El protocolo fija unas medidas de seguridad que no saben si podrán cumplir y abre la puerta a unas decisiones sensibles. Preocupa el control de chicos de los que no se conoce su situación sanitaria.
Las medidas de prevención de contagios para alumnos y profesores son algo capital. Los centros no disponen de material como mascarillas o guantes, y entienden que debe llegar desde la Conselleria. Intuyen. Sin más. Algún instituto lo ha adquirido para las responsables de limpieza. Luego, ya se verá. Quedan a la espera de instrucciones.
Luego está el problema de cuántos docentes movilizar, cuando la respuesta por parte del alumnado es incierta al tratarse de clases voluntarias. Habrá que poner la lupa, teniendo en cuenta que podrá darse el caso de docentes que tengan que compatibilizar clases presenciales con atención telemática al resto de grupos, lo que se antoja complicado. Además, es imprevisible el número de grupos serán necesarios. Si acuden 15 alumnos puede ser uno, pero si un día son 16, ya se requieren dos.
Pueden acudir a clase desde el 25 de mayo alumnos de cuarto de ESO, segundo de Bachillerato y segundo de ciclos de FP. También los menores de seis años que acrediten que sus dos progenitores (el protocolo dice dos) deben ir a trabajar. Siempre con ratios bajas El protocolo abre la puerta a clases de refuerzo, lo que inquieta. En el caso de los más pequeños se plantea la duda sobre el desarrollo de las clases, puesto que son edades en la que el contacto es inevitable, así como compartir el material. «¿Los encerramos?», preguntaba con sorna una responsable.
Las escoletes tienen su particular problemática. Dependen de los ayuntamientos, pero con modelos de gestión distintos. Algunas maestras están en ERTE. Varios centros han sondeado ya a las familias para conocer qué demanda puede haber. Y se plantea la duda. Con tan poco alumno pagando cuota, cómo se financia el servicio.
La sensación general es que se ha creado un problema añadido a la actual situación de excepcionalidad, con un beneficio escaso y por poco tiempo.