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Pandemia de coronavirus

Menorca se pone en marcha para evitar el colapso económico

El 80 por ciento de los comercios con más ilusión que ventas. Las terrazas muestran una buena ocupación aunque, de momento, muchos bares esperan

Las terrazas acogieron clientes de forma constante ayer por la mañana, aunque con el aforo limitado y las mesas a suficiente distancia. | Josep Bagur Gomila

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Un habitual del Carrer Nou de Maó es el termómetro perfecto. «Hoy se ve algo más de gente ya por la calle», comentaba en voz alta. Era todavía pronto por la mañana. Apenas habían pasado unas horas desde el inicio efectivo de la fase I en Menorca, pero se percibía ya que es un punto de inflexión en el proceso de la denominada desescalada. La estética de la ciudad es otra. Más movimiento, con muchas persianas levantadas que mostraban ayer locales de comercios por lo general poco concurridos y terrazas, solo algunas pero con buena ocupación en general. Sin duda, muchos más cafés que prendas de vestir, por citar un ejemplo, vendidos. La economía de calle recuperó sus constantes vitales, todavía con suma timidez.

En cuanto a las tiendas, la mayoría optaron ayer por abrir, aunque algunas de las que no lo hicieron se hacían notar, como establecimientos de conocidas cadenas de venta de ropa. Prueba de ello, una mujer se dirigía a uno de los empleados que se intuía entre las persianas de una de estas grandes firmas de moda. La respuesta, abrirán más adelante. Las de más de 400 metros cuadrados deben esperar. El Govern cifró en un 80 por ciento el porcentaje de apertura comercial.

Las medidas sanitarias preventivas se guardaron con disciplina, con aforos permitidos realmente escasos. En una mercería de aforo mínimo guardaban cola media docena de mujeres. También se vio buen ritmo de afluencia en algunos comercios de deporte. «De momento no va mal, se llevan artículos que hubieran comprado en fechas anteriores», apuntaba Ramón en uno de ellos. En ópticas y tiendas de telefonía, por ejemplo, alguna personas debían aguardar su turno fuera también. No sucedía en las tiendas de ropa, zapatos o juguetes, a los que parecía costar algo más el arranque. En un establecimiento de moda, Yago solo espera «salvar los muebles» hasta que llegue la actividad turística, «además la gente tiene poca necesidad de ropa tras dos meses confinada».

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