Las imágenes de terrazas concurridas, con varias personas en una mesa sin ningún atisbo de distancia de dos metros para evitar contagios, han sido las protagonistas del comienzo de la fase 1. Denotan una relajación en la aplicación de las pautas que desde hace dos meses reiteran hasta la saciedad dirigentes y responsables médicos.
Estos encuentros con demasiada proximidad física en los exteriores de los bares no han pasado desapercibidos entre el colectivo sanitario. La directora médica del Hospital Mateu Orfila, Tamara Contreras, asegura que contemplan estas estampas «con preocupación, son preocupantes, denotan una vuelta de la normalidad que nada tiene que ver con la realidad que nos toca vivir en estos momentos». Recuerda Contreras que «vivimos una pandemia, convivimos con un virus para el que no tenemos respuesta inmunitaria y que no se ha ido». Es más, «tenemos que tomarnos estos nuevos privilegios adquiridos con mucha delicadeza, si no se producirá un efecto no deseado y los volveremos a perder».
Entiende la directora médica la necesidad de reencontrarse con familia y amigos, pero esto no altera la gravedad de la pandemia. «La lucha sigue siendo la misma. Podemos vernos pero evitando el contacto. No podemos bajar la guardia, todavía no». La manera de hacerlo, indica, es «insistiendo en las medidas de distancia social que son nuestro única arma en una población con una baja seroprevalencia». Contreras avisa que no podemos caer en la confianza excesiva, en pensar en que «si yo y mi vecino estamos bien, pues podemos acercarnos y saludarnos» porque «el enemigo es invisible».
Contreras pone especial acento en los adolescentes, «que pueden tener la falsa sensación de que no les va a pasar nada», ya que «son portadores, y así no ayudan, hay que insistir a esta franja de edad para que se comporten como si fueran ancianos» en cuanto a la prevención.