El pasado viernes, 31 de julio, las estadísticas de la Cofradía de Pescadores de Ciutadella sumaban 3.200 kilos de langosta capturada, cifra que se sitúa muy lejos de los 9.780 que se habían pescado a esas alturas de 2019. La explicación es obvia, la temporada arrancó en pleno confinamiento y con el sector de la restauración inactivo hasta finales de junio, con lo que las capturas fueron prácticamente nulas. «Somos conscientes de que si no hay venta, el mar es el mejor vivero donde pueden estar», resume el presidente de la entidad, Xavi Marqués.
Los números han empezado a remontar en el mes de julio y se espera que este agosto la tendencia siga al alza, aunque la coyuntura especial de la temporada no está haciendo que la demanda sea alta. Panorama que por otra parte no se está traduciendo en una bajada de precios. También según los datos facilitados por la cofradía, el precio medio de la comercialización del crustáceo en 2019 fue de 43,43 euros el kilo, mientras que el pasado viernes la media acumulada desde el 1 de abril se situó en 42,15 euros. El descenso es tan mínimo que prefieren hablar de «estabilidad» en los precios.
El presidente de la Cofradía de Fornells, Ricardo Riera, se pronuncia en los mismos términos, «los precios se mantienen», aunque los restauradores pagan por ese producto en esa localidad es algo superior a Ciutadella, con precios que oscilan entre los 55 y 60 euros el kilo. Antonio Cantero, restaurador de la zona, explica que para nada hay un exceso de oferta y opina que «los pescadores no bajan los precios porque saben que luego costará mucho volver a subirlos».
En lo que se refiere a las capturas, en Fornells llevan acumulados, según los datos facilitados por a Cofradía 2.400 kilos, es decir, menos de la mitad de lo que llevaban el año pasado por estas fechas (6.000).
Salvar la temporada parece complicado para el sector, «ya que los beneficios se reducen a la mitad pero los costes siguen siendo los mismos», sostiene Riera