La Asociación de Propietarios y Residentes de la Cala San Esteban de Es Castell aceptan sin objeciones el proyecto de infraestructuras que ha de dotar el núcleo de saneamiento y agua potable pero se muestran disconformes con la solución planteada para la calle del núcleo. Proponen «realizar un proyecto viario coherente con el carácter de la cala y su valor patrimonial».
El proyecto convierte una vía lenta con prioridad peatonal de facto «en una carretera que estimula el incremento de la velocidad, genera inseguridad vial, la cual no se ve compensada con la aplicación de bandas sonoras y señalización vertical de 30 km/h».
Tal y como está planteado, la vía de acceso local se convierte en una carretera que no lleva a ninguna parte, puesto que muere al final del núcleo, «en contradicción con su función y las características del entorno».
La calle pasaría tener una acera de un metro en cada orilla y sendos viales de 2,25 . Recuerdan que la anchura mínima de las aceras ha de ser de 1,8 metros, según la ley 8/2017 de accesibilidad universal de las Illes Balears.
Además, construir la acera del borde marino implicará eliminar la vegetación que crece en la orilla. No están de acuerdo los vecinos con esa propuesta máxime cuando como medida de protección se plantea la instalación de un vallado con postes de madera y doble cordel para evitar caídas de los viandantes. «Es como si decimos que en el Moll d'en Pons o en el puerto de Maó pongan postes con cordeles al lado del mar para que nadie caiga. ¿Es absurdo, verdad? Pues eso», apuntan los vecinos.
Sí que aprueban, sin embargo, que aprovechando la apertura de zanjas se haya previsto el soterramiento de infraestructuras como la telefónica y otras que les permitirá recibir el servicio por cable y, con ello, eliminar tendidos aéreos y antenas que afean el entorno de la cala.
Las alegaciones, presentadas a finales de noviembre, llegan después de dos años de conversaciones con el ayuntamiento, aunque son las mismas que ya presentaron en 2018 y no fueron contestadas. La solución técnica que se les presenta está lejos de lo planteado en aquellas conversaciones, que era «compartir la cala tal como es», apunta Ramón Saura, presidente de la asociación vecinal. «La realidad ha sido dura al contemplar el proyecto y ver que arrasan con la vegetación y convierte todo el perímetro de la cala en una carretera de dos carriles», concluye.