El año de la pandemia también fue malo para la producción láctea al agravar la coronacrisis la tendencia de cierre de explotaciones ganaderas que viene registrando el campo de Menorca durante la última década. El 10,8 por ciento de las explotaciones lecheras cerraron a lo largo de 2020 y agravan la línea descendente.
Una década atrás, el número de fincas lecheras era 143 y el año pasado solo podían contarse 107. Si bien la pérdida es progresiva, el mayor salto se produce justamente el año pasado con referencia al anterior, por lo que se interpreta como una relación directa con la pademia.
También son menos las reses vacunas, un 5,7 por ciento menos. Desde la perspectiva de la década, la caída se cifra en un 22 por ciento. Son poco más de seis mil ejemplares, una cifra que está muy lejos de las que se manejaban en la segunda mitad del siglo pasado cuando la relación llegó a ser de prácticamente una vaca por cada tres habitantes.
Queso
El descenso de ganaderías no se traduce, sin embargo, en la misma proporción en la producción de leche, que se incrementó el año pasado un 1,64 por ciento, dato que habla de la mayor eficiencia en el trabajo de las explotaciones. Pero sí se aprecia una caída notable en la elaboración de queso, que sigue siendo el destino casi íntegro de la leche.
El año pasado se produjeron 2.558 toneladas de queso, de las que 1.997 fueron de queso con denominación de origen Mahón-Menorca. La producción de queso con marca protegida cayó un 24 por ciento respecto a volumen del año prepandemia.
El peor dato en producción se aprecia en las queserías artesanas, que en 2017 eran 43 y el pasado 40, mientras que las queserías industriales son nueve, una cifra estable en los último cuatro años.
Otro apartado de crecimiento en un año de caídas generales es el de curadores, que en diez años ha pasado de 20 a 34.