Los hoteleros menorquines ya han empezado la temporada alta con perspectivas razonablemente positivas. El presidente de la Asociación Hotelera de Menorca (Ashome), Luis Casals, calcula «a día de hoy» –las previsiones son cambiantes en pandemia– que la ocupación media de todas las tipologías de establecimiento que representa la patronal (como viviendas vacacionales, turismo rural, hoteles urbanos, de costa, etc.) se situará «en julio y agosto entre el 75 por ciento y el 76 por ciento» después de ver que si bien se ha ralentizado esa «explosión de reservas» que se vivió cuando Balears quedó enmarcada en la lista verde de Reino Unido, «las cancelaciones han parado, las reservas que entran se están consolidando».
Desde el sector se quiere lanzar un mensaje de «tranquilidad» ante el repunte inaudito de casos positivos que se está desatando en la Isla y reclaman que las administraciones no den una marcha atrás que implique volver a las restricciones que afecten a la actividad económica: «Los países no pueden seguir soportando las ayudas, la economía tiene que seguir», advierte Casals. Considera que hay que preocuparse por cumplir todas las medidas de seguridad y protocolos y avanzar en la vacunación, pero defiende que «tenemos que convivir con esta situación». El hotelero llama a la responsabilidad social y especialmente a la de los jóvenes, pero entiende que «hay que mirar las cosas con perspectiva».
Se refiere al momento actual de la pandemia, en que ese gran repunte de casos está localizado en un colectivo de población: «Hay que tener en cuenta que la incidencia de esta ola en el ámbito hospitalario no es ni mucho menos como la de antes, con todos los respetos la mortalidad ha bajado muchísimo», explica Casals para insistir en la idea de que siempre siguiendo al máximo las medidas para evitar los contagios, la temporada tiene que seguir su curso sin una marcha atrás que vuelva a poner en peligro la actividad turística, muy castigada desde que irrumpió la covid-19.
Volviendo a la situación que vive el sector para esta temporada, Casals insiste en la dificultad persistente de hacer previsiones ya que se está consolidando la tendencia de los clientes a comprar cada vez más en el último momento. En una primera fase las reservas que recibían estaban compradas con mucha antelación, aprovechando las facilidades de cancelación tanto de viajes, como de estancias. Luego estas reservas eran en su mayoría canceladas.
En la segunda fase, cuando Reino Unido puso a la Isla en verde y libró a los turistas británicos de guardar cuarentena a su regreso, se vivió un ‘boom' de gente con muchas ansias de viajar y ahora en esta tercera fase ese frenesí se ha calmado: «Era imposible que se mantuviera igual». El resultado son un buen número de reservas que, frenada la tendencia a la cancelación, se consolidan.