Desde siempre las madres han conocido el poder calmante y el consuelo que ofrece el pecho a sus bebés. En 2009 los doctores Merino Moína y Bravo Acuña, pediatras, acuñaron el término tetanalgesia para referirse a este alivio de uso ancestral que se abordó durante la VII Jornada Balear de Lactancia Materna, organizada por el Colegio Oficial de Enfermería de las Islas y celebrada de manera simultánea en Mallorca, Eivissa y Menorca.
Anna Marquès, enfermera de Urgencias en Canal Salat, y Ángeles Hernández, auxiliar de enfermería en la planta de tocoginecología del Hospital Mateu Orfila, dedicaron ayer su ponencia a los métodos no farmacológicos para aliviar el dolor del lactante y los neonatos, la tetanalgesia. «El pecho calma al bebé, eso lo saben todas las madres y se ha hecho toda la vida, solo que ahora hay estudios que lo avalan y evidencian que, cuando hay que realizar una técnica dolorosa al lactante, si este se engancha a la teta y en cinco minutos se practica esa técnica, que puede ser una analítica o poner una vacuna, el bebé siente menos dolor y llora menos», explica Anna Marquès, quien considera «importantísimo implantarlo en nuestro día a día, el de las enfermeras y los pediatras, es nuestra responsabilidad como profesionales ponerlo en práctica e instaurarlo en los protocolos». Es inocuo, no cuesta dinero ni tiene efectos secundarios, recalca Marquès, «solo requiere de un poquito de tiempo de más y de espacio para que la madre amamante al niño, no puede ser una técnica de urgencia».
Como afirma esta enfermera y madre de tres hijos, el acto de mamar no es solo alimento, sino que «el bebé segrega endorfinas, los llamados opioides endógenos del neonato, que actúan sobre los receptores del dolor, el simple hecho de succionar tiene en el niño un efecto sedante». Por eso cuando se le provoca dolor al extraerle sangre o ponerle una inyección, si toma el pecho «el dolor lo siente como menor y su llanto dura menos tiempo».