El pasado miércoles recaló en el puerto de Maó el noveno crucero de la temporada. En la programación de Autoridad Portuaria quedan dos antes de que finalice 2021, los días 9 y 13 de noviembre. Si se le suma el barco turístico que recaló en Ciutadella en septiembre, suman doce escalas, una cifra testimonial propia de un año marcado por la pandemia y por un inicio tardío de la actividad a causa de las restricciones impuestas al sector.
De cara al año que viene, las expectativas son de una relativa remontada. Las programaciones que tienen en estos momentos las consignatarias de la Isla suman unas 65 escalas, de las cuales algo menos de sesenta se han solicitado por las compañías para el puerto de Maó y sobre media docena para Ciutadella. De cumplirse estas previsiones, susceptibles de variaciones tanto al alza como a la baja (el mal tiempo también juega su papel), la actividad se situaría a niveles de lo que fue 2019 cuando en la Isla se produjeron 64 escalas de embarcaciones turísticas, todas ellas en el puerto de Maó.
No obstante, es importante recordar que 2019 fue el primer año en el que se percibió un importante descenso de la actividad de los cruceros en la Isla, después de un 2018 con cifras mucho más elevadas. Las previsiones para 2020, antes de que la covid-19 hiciera acto de presencia, ya eran bastante negativas, por debajo del medio centenar de escalas, con una reconversión del mercado hacia barcos de mayor eslora que dejaba fuera de juego a un puerto como Maó donde muchos cruceros que operan en el Mediterráneo no pueden entrar.
Rosa Cardona, de la consignataria Federico J. Cardona Trémol y representante en la Isla de la patronal Apeam, comenta que el mercado nunca se ha parado a nivel de programación. La situación sanitaria obligaba a realizar cancelaciones, al mismo tiempo que se efectuaban nuevas reservas. Explica que las cifras de 2022 se pueden dar ya por bastante cerradas, pero no descarta «una reprogramación al alza». Las reticencias a viajar en estos hoteles flotantes se están superando. Esta consignataria tiene ya 41 escalas para 2023 y alguna para 2024.
Alfredo Meliá, de Agencia Meliá Vives, asegura que el mercado «se anima un poquito, aunque no espero muchos más para 2022». Lamenta que todavía la Isla esté muy por debajo de las cifras de otros destinos cercanos del Mediterráneo, «tenemos dificultades para atraerlos, hay barcos que van a Eivissa y aquí no». Meliá expone que la promoción no ha dado con la tecla. Teme los efectos que pueda tener una posible limitación de escalas en Palma, pero confía en que puedan dar un impulso a Maó el hecho que las compañías hayan vuelto a optar por embarcaciones más pequeñas por la pandemia y el tirón del turismo cultural en la ciudad.
Coincide con estas últimas reflexiones el alcalde de Maó, Héctor Pons. «Es de esperar que la situación actual frene la tendencia a aumentar las esloras, y que esto nos acabe beneficiando». Afirma que los cruceros que han venido este año ya son de las dimensiones que interesan. Pons pone el acento en el componente desestacionalizador de esta actividad, que comprende desde el inicio de la primavera a avanzado el otoño. El año que viene el primer crucero está programado en marzo, algo más pronto de lo habitual.