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Homenaje a Josep Seguí, el sacerdote comprometido

Las entidades con las que trabajó reconocen su voluntad de ayudar a los pobres y luchar por la justicia

Josep Portella relató una de las anécdotas más sonadas de Seguí, cuando se negó a vender unas sillas de la parroquia de Es Castell a Carmen Polo, la mujer de Franco, en una visita a la Isla | Gemma Andreu

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El viernes, día en que Josep Seguí Mercadal (1925-2021) habría cumplido 96 años, se celebró en el Orfeó Maonés un acto en recuerdo a quien algunos describieron como «el constructor de nuestro presente y, si somos leales a su ejemplo, también del futuro». Porque ese fue el principal legado de este sacerdote, después de toda una vida dedicada a los demás, especialmente a aquellos más indefensos.

Cristians pel Socialilsme, Entrepobles y Esquerra de Menorca reunieron un buen número de personas que conocieron y compartieron con Josep Seguí.

Conducido por Jordi Odri, el acto incluyó una semblanza del homenajeado. Fue Josep Portella quien repasó su extensa trayectoria, marcada por su posición partidaria por la teología de la liberación y la Iglesia de los pobres.

También el profesor Joan López Casasnovas compartió la herencia que dejó el clérigo, este «constructor del pasado», que «el día que se hizo sacerdote de Cristo, sabía quizá mejor que otros qué significan las palabras de Jesús cuando dice que su reino no es de este mundo», tan plagado de injusticias.

Injusticias que combatió incansable Josep Seguí, como bien relataron los testimonios de las personas que describieron, con vivencias, anécdotas y frases que él decía, como aquella de «cuando el alma llega al corazón, los labios se silencian». Experiencias de vida que todos, sin excepción, coincidieron en definir como ejemplarizantes. Porque él sí pregonó con el ejemplo, «siempre con una sonrisa en la cara» y sin lamentarse de sus dificultades físicas (tuvo problemas de vista y más tardíamente también de oído).

Se elaboró para la ocasión un vídeo biográfico sobre Josep Seguí, y se proyectó otro con una entrevista a quien fuera cariñosamente apodado el «obispo de Cristians pel Socialisme».

No falto la música, de la mano de Joan Carles Villalonga, Marlén Coll y Maria Camps. Sonaron temas de Ovidi Montllor como «La fera ferotge» o de Raimon com «Jo vinc d'un silenci». Un silencio que se volvió revolucionario como Seguí con el «Canto a la libertad» de José Antonio Labordeta.

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