Menorca gasta cada año cerca de 60 millones de euros en la compra de fuel y gasoil para alimentar la central térmica de Maó. A esto hay que añadir el petróleo que necesitan para moverse camiones y barcos. ¿Existe alguna manera de generar en la Isla un combustible alternativo y evitar que este dinero se esfume hacia el exterior? La solución está en el biogás, según la tesis que defendió el experto en energía Eric Suñol en el transcurso de una conferencia organizada por el Plan Local de Reactivación y Transformación #Maó27.
El biogás se puede generar a partir de los restos de la actividad agrícola y la materia orgánica que se recoge de forma selectiva en los núcleos urbanos. A diferencia del petróleo, no hay que comprarlo fuera de la Isla y permite obtener un valor de la basura que hoy acaba enterrada en el vertedero de Milà. El uso en la central eléctrica no es su única aplicación, también sería apto para la flota de camiones y autobuses que circulan por la Isla, así como en los ferris y la industria.
Más factible que el hidrógeno
En su intervención, Eric Suñol apostó por el biogás frente a otra de las opciones que se baraja últimamente, el hidrógeno verde. Este último es más complejo y costoso de obtener y almacenar, si bien explicó que es la gran apuesta del lobby eléctrico. Además, se trata de una fuente de energía en fase incipiente de desarrollo y no se espera que pueda ser una realidad a corto plazo.
Para la obtención del biogás en Menorca, como ya se hace en países como Alemania, existen diversas tecnologías. La más sencilla se nutre de los restos vegetales y de la ganadería. Fuera de la temporada de siembra, los llocs podrían obtener un ingreso extra cultivando para vender a la planta de biogás. «Si se piroliza la biomasa además del gas se obtiene un fertilizante fantástico que se vende muy caro», añadió.
Algo más complejo pero también factible es incorporar a esta mezcla los residuos urbanos. Si proceden de una buena recogida selectiva de la fracción orgánica, también se puede producir abono, pero si la basura llega sin seleccionar habría que llevar los posos al vertedero. La diferencia respecto al sistema actual es que no se tiraría directamente y se obtendría un valor por la energía. Por último, una tercera tecnología aún en fase de prueba permitiría incorporar a este proceso desechos como los lodos de las depuradoras.
Compatible con el gas natural
Otro de los puntos que destacó Eric Suñol es que si Endesa lleva a cabo el proyecto de adaptar la central de Maó a la quema de gas natural, una transformación que según la compañía requiere una inversión de 40 millones de euros, el mismo sistema sería apto para emplear en su lugar el biogás, ya que ambos combustibles son compatibles.
«La buena gestión de los residuos es una necesidad, pero también una oportunidad para generar nuevos ingresos en sectores como la agricultura», concluyó el experto, «todo lo que no destinemos a comprar combustible al exterior es dinero que seguirá circulando por la Isla».
Eric Suñol tiene más de 20 años de experiencia profesional en el sector de la energía. En la actualidad es socio de la consultora Inveniam Group y de una startup tecnológica dedicada a la valorización de residuos. Previamente trabajó para Naturgy y como director de energía en el Institut Cerdà.
El apunte
Una inversión de tres millones para abrir la primera planta
En opinión de Eric Suñol, para Menorca sería factible una primera planta de biogás con una inversión inicial de tres millones de euros y ocupando una superficie aproximada de una hectárea, suficiente para nutrir de combustible al transporte pesado por carretera y fábricas como la de Quesería Menorquina. Lo importante, señaló, es asegurar que exista una demanda para el nuevo combustible, por lo que sería necesario adaptar las flotas de camiones y autobuses. En esta hipotética planta, que podría ubicarse en el área de Milà, se digestarían los residuos orgánicos de origen vegetal, animal y fermentable para obtener el combustible.
Suñol abogó por hacer un inventario actualizado de los residuos que se generan en Menorca y ver cuáles son susceptibles de ser valorizados. «Se tiene que empezar ya con las pruebas piloto», afirmó, «de lo contrario no llegaremos a los objetivos de descarbonización para 2030 o 2050».