La pesca de arrastre de Balears vio este martes como Bruselas daba otro zarpazo a su actividad profesional al aprobar el Consejo de Ministros de la Unión Europea una reducción del 6 por ciento en los días que podrán salir a faenar durante 2022. El pacto para el reparto de las cuotas pesqueras para faenar en el Atlántico y el Mediterráneo se cerró con el voto en contra del ministro español del ramo, Luis Planas, contrario a la limitación en el Mediterráneo.
La medida conocida a primera hora de la mañana del martes desató la indignación de las Cofradías de Pescadores de Maó y Ciutadella donde se reparten las seis barcas de arrastre de la Isla, cuyos profesionales vuelven a ver peligrar su futuro. «Nos toman el pelo», señaló Xavier Marqués, presidente de la de Ciutadella, mientras que Pito Quintana, de la Maó, era más contundente al afirmar que «estamos en manos de insensatos y esto es lo que pasa».
La limitación del 6 por ciento que supone otros 12 días sin poder salir a faenar, se suma a las aplicadas en los dos últimos años, dentro del plan de alcanzar el 40 por ciento de limitaciones a la pesca de arrastre en 2023.
La pérdida progresiva de las barcas de bou en el archipiélago balear, que ahora cuenta con 33 para faenar en 1.500 kilómetros de costa, hace que Balears se vea especialmente perjudicada porque su flota es muy inferior a la de otros puertos pesqueros de este mar.
Esta singularidad no ha sido tenida en cuenta por la Unión Europea cuya primera intención era limitar la pesca de arrastre en un 7,5 por ciento. Los pescadores, según el mismo acuerdo, podrán recuperar un 2 por ciento de esta reducción realizando capturas selectivas. «Pero esa propuesta es absurda porque los peces pequeños huirán de las redes grandes que nos hacen utilizar, o sea que no nos arreglan nada, es una chapuza más», explica Xavier Marqués.
El ministro español señaló este martes que la pesca selectiva «es el mejor camino para la sostenibilidad medioambiental de los stocks con un menor impacto en la viabilidad de las empresas pesqueras y protegiendo el tejido socioeconómico».
Ni estas palabras ni las reuniones con la consellera balear, Mae de la Concha, convencen a los pescadores «porque a la hora de la verdad las buenas palabras tienen un resultado cero después del año entero que han tenido para luchar y defendernos», señala el patrón de Maó, Pito Quintana. «Nos quieren quitar definitivamente de en medio, necesitamos faenar 190 días, este año no hemos llegado a los 180 y ahora nos vuelven a reducir, es un despropósito», añade el presidente.
El acuerdo adoptado en Bruselas contempla además un recorte del 8 por ciento en las capturas de merluza sur y un 6 por ciento en el de gamba roja, que tienen poca afectación en las islas, como medida de protección para evitar la desaparición de los bancos de pescado y «un aliciente para que los pescadores inviertan en artes más selectivas», explicó el comisario de pesca europea, Virginijus Sinkevicius.
Punto de vista
De la Concha: «No tiene sentido, no se puede apretar tanto a la flota»
Mae de la Concha, consellera de Agricultura y Pesca del Govern, se mostró decepcionada por la nueva restricción decidida por la Unión Europea, aunque quiso esperar a conocer el documento oficial para realizar una valoración más exacta. Sí admitió, sin embargo, que la nueva reducción «no tiene sentido, no se puede apretar tanto a la flota porque sería absurdo que desapareciese en nuestro territorio y tuviésemos que traer el pescado de fuera».
De la Concha aseguró que habían trabajado con el ministro y la secretaria general de Pesca, a través de comunicados y reuniones presenciales, «y mantengo que lo que defendemos en Balears no es un capricho, aquí ya hemos hecho esta reducción sobradamente», en referencia a las limitaciones anteriores, a las reducciones por reservas marinas y a la pérdida progresiva de barcas de arrastre, «lo que en realidad supone que ya se haya reducido un 39,2 por ciento, y eso que aún quedan dos años para aplicar reducciones hasta el 40 por ciento». Para atenuar el impacto, De la Concha señaló que «trabajamos en Madrid para que al menos se les pague a los pescadores los días que no salgan a faenar».