La cohesión social y la pandemia fueron los protagonistas del acto institucional del Consell con motivo de la festividad de Sant Antoni, el segundo desde que la covid-19 ha obligado a establecer medidas sanitarias. El evento tuvo lugar con aforo limitado y controlado, solo para autoridades de distintos rangos y esferas, representantes de algunos colectivos sociales y apenas un puñado de invitados, todos ellos previa acreditación de estar en posesión del certificado covid.
Fue un acto sencillo, de apenas 45 minutos, limitado al discurso de la presidenta Susana Mora, la presentación de la conferenciante Noemí Garcia por parte del vicepresidente Miquel Àngel Maria y la citada conferencia, cuya autora fue correspondida con un prolongado aplauso, un ramo de flores y un grabado con motivos talayóticos obra de Enric Servera.
En su intervención, Susana Mora situó con vehemente insistencia «la proverbial cohesión social de la Isla» en el centro neurálgico de lo que supone la menorquinidad y de lo que debe ser el futuro que está por construir.Este concepto de cohesión social, que ya apareció en su discurso institucional del año pasado a modo de objetivo, fue definido ayer por Mora como «hilo conductor de nuestra realidad», «hilo invisible e intangible»,«gran pulmón», «bien tan valioso» a preservar, «lubricante» de engranajes económicos» y «argumento crucial» del porvenir de la Isla.
Más competencias
El parlamento de Mora tuvo varios niveles. En el más político, reivindicó, algo propio de un día como ayer, «seguir avanzando en capacidad de decisión, con más competencias y más bien financiadas», por lo que invitó a «trabajar todos a una para que Menorca sea, cada vez más, quien elija su camino». Esto, dijo, hay que hacerlo «acompañados, sí;solidarios como hemos sido siempre, también; pero convencidos siempre de nuestra capacidad colectiva de saber decidir quién queremos ser así como hemos sabido saber quienes somos».
Mora reforzó la idea, expuesta ya también el año pasado, de que los vientos que soplan en Europa de transformación energética, preservación natural, integración social, revitalización de la cultura del diálogo, son vientos «con un rumbo que las menorquinas y menorquines ya habíamos sabido escoger». Pese a ello, la presidenta huyó de la autocomplacencia al elaborar una lista de asuntos pendientes de resolver, «enmascarados» en cierto modo ahora por la covid-19, como el acceso a la vivienda, la atención a los mayores, la educación, la calidad del agua o «la insuficiente oferta de conectividad aérea».
En cuanto a reconocimientos desde fuera, Mora enumeró los méritos y esfuerzos que han llevado a la Isla, desde muchas generaciones atrás con conciencia de menorquinidad, a ser nombrada Región Europea de la Gastronomía y a la pretensión, cercana en su resolución, de que la Unesco declare como patrimonio de la humanidad la Menorca Talayótica. «Estas dos grandes aspiraciones menorquinas están unidas por un hilo invisible e intangible. Por un hilo que se ha demostrado, hasta ahora, de una gran resistencia ante la adversidad y también durante la pandemia:nuestra cohesión social».
Un plano inevitable del discurso fue el vinculado a la crisis sanitaria, desde una perspectiva económica y también desde la sensibilidad más humana. De nuevo la cohesión social fue apelada por Susana Mora como «el gran pulmón que nos impulse a la hora de superar de manera definitiva el larguísimo trance de la pandemia», que mueva los engranajes de la economía.
La presidenta tuvo un recuerdo afectuoso para todos los perjudicados por la pandemia, para los fallecidos, sus familias, los enfermos, los que han perdido su actividad económica, los profesionales sanitarios, docentes y personas que trabajan con colectivos vulnerables. Mora puso el acento en «la gran fortaleza que han demostrado las personas más mayores», las adolescencias «descabezadas» y los niños que han iniciado sus vidas «con más privaciones de las que habrían tenido que conocer nunca».
La presidenta Susana Mora cerró su quinto discurso institucional de la festividad de Sant Antoni con un mensaje de optimismo, «saldremos de esta, será pronto y como sociedad saldremos unidos y reforzados. 2022 será el año de Menorca».
El PP, reivindicativo
Ya fuera del acto, desde el PPde Menorca aprovecharon Sant Antoni para reivindicar que se impulsen en los diferentes proyectos pendientes para el futuro de la Isla. Su presidenta, Misericordia Sugrañes, destacó que «es necesario impulsar definitivamente el expediente de la candidatura Menorca Talayótica a Patrimonio Mundial, un proyecto iniciado por el PP» y reclamó más «compromiso y medios» por parte de las instituciones para poner en valor la Región Gastronómica Europea 2022.