La plaga de retrasos y cancelaciones que desde el arranque de la primavera está afectando especialmente a los vuelos internacionales, y en concreto a los de conexión con Reino Unido, se está expandiendo con fuerza a las rutas nacionales. La peor parte se la siguen llevando los turistas británicos, que sufren demoras muy largas, como el vuelo que el domingo partió hacia el aeropuerto de Londres Gatwick con más de cuatro horas de retraso o el que el sábado lo hizo a Glasgow seis horas y media después del horario previsto.
Sin embargo, y aunque sin llegar a esos extremos, los turistas nacionales y los residentes también se están habituando a considerables retrasos. Tomando el pasado domingo como referencia, el último día de tráfico denso en el aeropuerto, se puede observar como más de la mitad de los vuelos, tanto nacionales como internacionales, sufrieron retrasos de diversa consideración, concentrados principalmente en horario vespertino. Hasta 44 vuelos se demoraron y a partir de las 16 horas los vuelos en hora fueron una muy minoritaria excepción. De ellos este diario ha podido tener constancia de que 16 eran en rutas nacionales.
Destacan especialmente algunos casos, como el vuelo que debía de partir de Menorca con destino Palma a las 19.50, que lo hizo más de dos horas después, o el que debía hacerlo a Madrid a las 21.50, que salió dos horas y 45 minutos después. Tampoco se libra la ruta con Barcelona, donde los retrasos son menos habituales: el vuelo de las 18.15 salió con una hora y 21 minutos de retraso.
Los viajeros nacionales también están sufriendo cancelaciones. La más sonada, la del vuelo que debía partir a Madrid el sábado a las 20.50 horas y fue cancelado sin dar ninguna opción a los viajeros para que tomaran un vuelo posterior ese día y obligándoles a pernoctar en la Isla.