Las mascarillas se están convirtiendo en el caballo de batalla para las farmacias. A diario se repiten escenas de clientes que se niegan o ponen inconvenientes a la hora de utilizar cubrebocas, tal y como marca la normativa actual en España. Hasta el punto que, calculan, se ven obligados a llamar la atención a entre un 25 y un 50 por ciento de los usuarios que entran a sus establecimientos, lo que ocasiona disparidad de reacciones, unas más respetuosas que otras.
«Mucha gente no se acuerda que en las farmacias es obligatorio llevar mascarilla», recuerda desde Maó la farmacéutica Sonia Félix. «Muchos nos dicen que por qué, si en el supermercado o en el cine no es obligatorio». Y es que, lamenta, «muchos no entienden que en una farmacia pueden coincidir con personas oncológicas o inmunodeprimidos, a quienes puede afectar mucho estar en contacto con alguien, como una chica que entró, que iba sin mascarilla y tosiendo, para comprar un test para la covid».
En términos similares se expresa Joana Vidal, desde el otro extremo de la Isla. En la farmacia de Ciutadella donde despacha, «mucha gente entra sin mascarilla y les tenemos que avisar de que es obligatorio». Y en muchos casos «ponen pegas y nos vemos obligados a darles una para que se la pongan».
Una de las críticas que reciben es que los farmacéuticos obligan a utilizar mascarillas para beneficiarse así con su venta. «No tiene sentido, con una mascarilla puedo ganar 3 céntimos», defiende Félix, quien lamenta comportamientos o exigencias para ser atendidos en la puerta de la farmacia, para así no tener que entrar y cubrirse la boca.
«Esto es algo constante», añade José María Escudero, de Maó. «Muchas veces tenemos que atender en la puerta, y hay gente que se va enfadada». Pero, insiste, la población «debe entender que en una farmacia puede haber pacientes oncológicos o con otros problemas, e intentamos hacer pedagogía».
La farmacéutica Antònia Vivó, de Ferreries, admite que en su caso «solo algunos clientes entran sin mascarilla, y cuando no la llevan, les ofrecemos para que la compren». Algo similar opina Rosa Calisto, desde su establecimiento de Alaior. «En general, lo entienden, y si entran sin mascarilla, se les advierte». Así, aunque siempre hay algún caso de incomprensión, «muchas veces incluso se disculpan».
Desde Maó Sonia Félix asegura que, en las zonas más frecuentadas por turistas, los conflictos son más habituales. «Los franceses tienen más asumidas las mascarillas, pero los ingleses y, sobre todo los peninsulares, son los que más se molestan».
Ahora entiendo cómo es que el país va como va, empatía nula con los débiles (léase personas inmunodeprimidas), todo por no llevar la mascarilla 5 minutos porque "se agobian" los pobrecitos cseñoritos. Y creo que la @lady no acaba de entender cómo se transmiten las enfermedades. A mi que más me da llevar una ffp2 si me toses en la nuca y me untas todos los virus. Lo repetiré para que los cortitos de mollera lo entendáis: la mascarilla es para que el que la lleva no contagie a los de su alrededor. Y si, ya sabemos todos que los vacunados podemos contagiarnos y transmitir el virus, es de parvulitos de pandemia, peeero sus consecuencias serán menores, o incluso sin síntomas, por eso parece que no hay tantos contagiados, porque no necesitan ir al centro sanitario. Pero da igual, seguid jodiendo al prójimo con el discurso de la imposición, dictadura, Venezuela, comunismo, y los gorritos de plata para el 5G