Todavía hay al menos una oficina bancaria en cada población, un objetivo general expresado por los gobiernos y fuerzas políticas que de momento se cumple en Menorca. Pero nada garantiza que los sucesivos reajustes que todavía se están llevando a cabo por las grandes corporaciones dé al traste con esas expectativas.
Caixabank, que ha reforzado el liderazgo tras culminar en marzo del año pasado la absorción de Bankia, es la única entidad que mantiene presencia en todos los núcleos menorquines. En Mallorca, hay ya tres poblaciones -Deià, Estellencs y Mancor de la Vall- cuyos habitantes han de desplazarse a otros municipios para ser atendidos personalmente porque se han quedado sin oficina.
Algo similar ha ocurrido en la Península, donde desde hace años el éxodo bancario ha sido paralelo al de la despoblación de determinadas regiones. Pero no son las intenciones que maneja Caixabank para Menorca.
En los últimos días ha cerrado las sucursales del Camí de Maó en Ciutadella y poco antes la de la Esplanada en Maó. También la de Cala en Porter. En la ciudad de Ponent han quedado tres, concentradas en el centro del casco urbano, y en Maó, cuatro, solo una de las cuales, la de la vía de ronda, se halla fuera del centro.
Ni la de Es Migjorn Gran, que cubre el área de negocio de Sant Tomàs, ni la de Fornells corren peligro de desaparición de momento, a pesar de que la demanda bancaria cae notablemente en invierno. Tampoco la de Sant Climent, activa desde hace muchos años.
En total mantiene operativas 15 oficinas, que son menos de la mitad de las que tenía dos décadas atrás. Mantiene asimismo siete cajeros sin oficina, tres de ellos en las urbanizaciones más concurridas de Ciutadella y otro en Cala en Porter.
Tras la absorción de Bankia, 31 empleados de las oficinas menorquinas de Caixabank se han acogido el Expediente de Regulación de Empleo propuesto por la entidad en el proceso de adaptación a la nueva realidad con menos sucursales. Son el 10 por ciento de los que han dejado la entidad en Balears. Casi todos rompieron su vinculación laboral a principios de este año, algunos pertenecían a la antigua Sa Nostra, que luego fue Mare Nostrum y finalmente Caixabank, punto final del itinerario de fusiones llevadas a cabo desde la crisis financiera de 2008.
Viaje al centro
El proceso tiene otras consecuencias, los clientes que viven en barrios periféricos han de desplazarse ahora a las oficinas del centro, donde el aparcamiento por lo general no existe o es escaso, para realizar gestiones personales. Las personas mayores son las que más padecen el cambio y son también las menos adaptadas al modelo de banca digital que en el contexto de la pandemia se ha impuesto definitivamente.
El fenómeno es compartido por todos los bancos, que también han reducido presencia en la calle de forma notable. BBVA y el Santander han cerrado oficinas consolidadas desde hace muchos años, cada uno de ellos reparte su actividad en cinco sucursales, al igual que la Banca March.
La misma estrategia aplican el resto de entidades con presencia en Menorca, en total quedan unas cuarenta oficinas bancarias, cuando a comienzos de siglo, entre 15 y 20 años atrás, se contabilizaban 109 en funcionamiento.
ATM
En algunas de las oficinas cerradas ha quedado un cajero para retirar dinero en efectivo o realizar operaciones de pagos y consultas. Pero son las menos, también hay menos cajeros propiedad de las respectivas entidades.
Esa es una de las razones de la propagación de cajeros ATM que comienza a observarse en distintos puntos, sirven para todas las entidades, pero cobran comisión al usuario.