Los vecinos del centro de Ciutadella denuncian el incumplimiento reiterado por parte de las empresas de reparto y distribución de los horarios para acceder al casco antiguo. Y no solo eso, lamentan también que el uso de camiones de grandes dimensiones provoca constantemente daños en fachadas y portales.
Las cuestiones a resolver son varias. Por un lado, la necesidad de controlar mejor las horas en que estos vehículos acceden al centro. Desde la Associació de Vesins Ciutadella Vella aseguran que «hace tiempo que nos quejamos y se siguen incumpliendo horarios».
Los distribuidores pueden acceder al casco antiguo en dos franjas, de las 8 a las 11 y de las 15 a las 17.30 horas. Sin embargo, «solo se cierran los accesos y muchos camiones se quedan en el centro más allá de esas horas, hasta que acaban de repartir, y eso es porque tienen por dónde salir», añaden desde la entidad vecinal. «Los transportistas saben que hay salidas por Santa Clara, por el Roser o por la Plaça de ses Palmeres».
«Hay ciudades de España y de Europa que sirven de ejemplo con los horarios restringidos, y fuera de ellos se utilizan carretillas y ‘toros' pequeños», apuntan, siendo conscientes de la necesidad que hay de proveer género a los establecimientos. «Somos los primeros que sabemos que los bares lo necesitan, pero hay que utilizar los carga y descarga que hay».
Destrozos
Una zona crítica para el paso de camiones —aunque no la única; hace pocos días un camión de reparto rozó la escultura de Rafel Oleo i Quadrado de la Plaça Nova y tuvo que ser retirada por seguridad— es el Mercat. Los vehículos acceden por el Carrer d'Alaior y, tras el giro a la izquierda frente a las primeras carnicerías, descargan delante de Sa Plaça y salen por el Carrer de Sant Onofre, hacia la Contramurada. En este punto, los residentes sufren a diario desperfectos en sus casas, por roces de retrovisores, parachoques o de neumáticos, que pisan y rompen las baldosas del suelo de los portales.
En este caso, la queja no solo se refiere a los transportistas de distribución, sino también a los de recogida de basuras e, incluso, a las ambulancias. Hace pocas fechas, un camión de gran tonelaje del servicio de limpieza se dejó el retrovisor sobre un portal, y estos últimos días, un vehículo medicalizado que entró en la plaza desde la Contramurada, golpeó una fachada al salir marcha atrás.
Las consecuencias son bien visibles. Los muros del Carrer Sant Onofre están llenos de marcas y roturas, tanto de casas como de comercios, como la herboristería o el supermercado, donde han arrancado el zócalo. Por no hablar del piso, insisten vecinos como Miquel Melià. «El suelo está destrozado por los camiones pesados», dice en nombre de los vecinos, cansados de los problemas y los gastos que ocasiona este tráfico descontrolado de vehículos pesados.