El equipo de gobierno del Consell de Menorca aprobó en febrero de 2021 una convocatoria de ayudas para paliar la pobreza energética dotada con 40.000 euros. Ha sido resuelta casi dos años después, diciembre de 2022, y solo ha logrado repartir una tercera parte de ese importe.
Los beneficiarios son 22 y percibirán casi todos ellos 700 euros, que es el importe máximo, aunque inicialmente solo se les paga el 80 por ciento. Una solicitud ha sido denegada por superar el umbral de ingresos mensuales y 15 han sido desestimadas por no haber aportado la documentación exigida.
La línea de ayudas contempla la compra de electrodomésticos de alta eficiencia y bajo consumo y soluciones de bajo coste y sin incidencia espacial ni material sobre la vivienda avaladas por algún profesional. Los solicitantes debían disponer del bono social al 25 o al 40 por ciento o haber solicitado ayuda a entidades o servicios sociales para el pago de facturas de agua o electricidad.
Como puede desprenderse de estos requisitos, la finalidad de la convocatoria era «la mejora táctica de las viviendas» construidas de forma deficiente y que ahora se dedican al alquiler de personas y familias con bajo nivel de ingresos.
Este tipo de ayudas tienen normalmente más peticionarios que fondos a repartir, pero esta vez o ha llegado demasiado tarde o se ha exigido mucho papeleo o se ha calculado por encima de la necesidad real. Los algo más de 25.000 euros sin repartir pasan a engrosar de momento el superávit de la institución.
Maó
Aunque chocante, la falta de peticiones ante la llamada de distribución de fondos por parte de las instituciones no es exclusiva del Consell. El Ayuntamiento de Maó convocó en julio ayudas con la misma finalidad, «luchar contra la pobreza energética y prevenir la vulnerabilidad energética».
En este caso, la convocatoria estaba mejor dotada, 50.000 euros, pero solo un vecino se benefició de la misma con 300 euros. Otros 16 que lo habían solicitado no cumplían los requisitos.
Sra o sr. luis63, tiene usted toda la razón, votar otra vez a los mismos legitima su mamandurria. Que no cuenten más que con los votos de sus parientes y amigos. A salvo, claro está, de que los menorquines se organicen en agrupaciones electorales y les pongan en la calle.