Matthias Roters, de nacionalidad alemana, ejercitó durante más de tres décadas el cargo honorífico como cónsul alemán en Menorca. Aseguró incansablemente los intereses de Alemania y, además de conceder protección y ayuda a muchos compatriotas en la Isla, se implicó personalmente con la sociedad menorquina y su desarrollo. En abril de 2016, tras una larga labor diplomática, cedió el testigo a su sucesor, Klaus Alexander Griebl. Ejemplo de integración y colaboración con los ciudadanos, las instituciones y las entidades, Roters lamenta que «en 34 años como cónsul no me han pedido opinión ni qué ideas tengo, qué se podría hacer en Alemania» para combatir el desplome del turismo germano en Menorca.
A pesar de los reiterados mensajes de la Administración para manifestar la importancia de los visitantes alemanes interesados en viajar en primavera y otoño a la hora de redistribuir los flujos turísticos, los efectos son prácticamente inexistentes. «Se hace muy poco para atraer al turista alemán, al que no le gusta el clásico sol y playa», interpreta Roters, que subraya el contraste con el mercado británico, afianzado en la Isla, y el francés, cada vez más presente. «Se podría hacer mucho más, hay que saber vender Menorca en Alemania», insiste el ex cónsul.
Más aún cuando Menorca es un destino que encaja perfectamente con los intereses de los teutones, sensibilizados con el medio ambiente y la sostenibilidad, y dispuestos a practicar actividades relacionadas con el turismo activo, la cultura, la gastronomía y el entorno natural. «Alemania sería un gran mercado», asegura Matthias Roters, que pone como ejemplo la fascinación de los alemanes con Mallorca. Recuerda que muchos optan por pasar el invierno en la isla vecina y recorrer la Serra de Tramuntana. «Aquí pueden encontrar la misma esencia o una mejor», defiende Roters.
No solo hay que hablar de los pocos alemanes que llegan a Menorca, sino que además hay que actuar para revertir esta situación. Es la conclusión a la que llega el que fuera cónsul honorario de Alemania en la Isla, que avisa que «el Consell tiene que preocuparse por atraer al germano, pero también tienen que implicarse los sectores como el comercio, la hostelería y la restauración, que sacan beneficio».