En 2022, el censo de vaca frisona en Menorca se redujo en 143 cabezas. Una reducción menos acusada que la registrada el año anterior, cuando su número había experimentado una bajada de 622 animales. Esta ralentización la explican desde el propio sector, como el reflejo de las mejores expectativas que generó la firma del Plan Provilac, y las consiguientes subidas que se esperaban en el precio de la leche.
Por lo menos desde 2004, ha sido constante la reducción del número de vacas frisonas de más de dos años que hay en los llocs de Menorca. En este periodo, la raza más extendida en las ganaderías de la Isla ha visto reducida su cabaña a casi la mitad (de 11.693 a 6.248), siendo los peores, por este orden, los ejercicios 2007 (-780 vacas), 2013 (-699) y 2021 (-622).
Desde Agrame, Lluís Nadal reconoce que «el año pasado, el número de vacas se redujo, pero no tanto como el anterior, cuando hubo el gran descenso». Eso fue, a causa de las grandes dificultades que tenían las explotaciones para alimentar al ganado, lo que obligó a reducir el volumen de animales.
Más fácil reducir que ampliar
Tanto Nadal como la secretaria general de Unió de Pagesos, Margarida Llambías, se refirieron a que, tras reducir el número de vacas, «para una finca, volver a crecer en número supone varios años de espera», afirman.
«Tendrán que pasar más de dos años, porque criar una vaca lleva su tiempo, desde la inseminación de la vaca hasta que el ternero alcanza los dos años», que es cuando es apta para la cría y el ordeño, añade Llambías.
Para este año, los buenos pronósticos en cuanto a las cosechas que se obtendrán, sugiere que la reducción del ganado tampoco será tan acusada, pero habrá que esperar, afirman desde el sector, hasta comprobar los costes y la rentabilidad de las explotaciones.
En lo que se refiere al número de predios que siguen activos, según los registros de la Associació Frisona Balear, en 2022 fueron 106. Eso es, cuatro menos que en 2021, y ocho menos que el año anterior.