La estética, infraestructura, funcionalidad y prestaciones del puerto de Maó serían hoy muy distintos si se hubiera realizado al menos el cincuenta por ciento de los proyectos anunciados. Ningún espacio ha reunido tantos anuncios, ni tan grandilocuentes en ocasiones, como este, ni tampoco ha encontrado tantos problemas para la ejecución o desarrollo de los mismos.
La memoria fiel de la hemeroteca lo constata. Por orden cronológico e importe inversor el rosario de iniciativas irrealizadas comienza con la estación marítima en el Cós Nou, con un concurso de ideas convocado y resuelto en 2009 y los proyectos ganadores del mismo descartados en 2014. Ciertamente era un proyecto sobredimensionado hasta en el presupuesto, 26 millones.
Se presentaron 53 trabajos y se eligieron dos ganadores, cada uno de los cuales recibió cien mil euros de premio. También fueron pagados los clasificados a continuación, en total, 290.000 euros para, al final, construir una estación provisional. La apertura del dique de Son Blanc fue la sentencia definitiva para dejar en el limbo esta infraestructura.
Diez años acumula la tramitación del tramo de la carretera de La Mola comprendido entre la Colársega y la rotonda del nuevo vial de acceso na la Estación Naval y el nuevo muelle de pasajeros del Cós Nou. Este fue concebido y construido una década atrás por Autoridad Portuaria como nuevo acceso con el compromiso de asumir la necesaria ampliación de la carretera de La Mola, Me-3, que conecta con ese vial y, por ende, con el resto de la trama viaria.
Los terrenos a expropiar para esa ampliación forman parte de un Área Natural de Especial Interés, circunstancia que no impide la obra pero la ha complicado. El proyecto fue aprobado finalmente por el Consell en marzo del año pasado, son 485 metros y un presupuesto de 2,1 millones. Un año después se aprobó la expropiación de tres parcelas. Despacito, pero desbloqueado al fin.
Cala Figuera
La extensión de la actividad náutica tenía sus expectativas puestas en Cala Figuera, una dársena natural liberada de la descarga y almacenamiento de combustible a finales de la primera década de siglo. El saneamiento del suelo mediante un sistema de biorremediación y la compra posterior de los terrenos a la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH) por Autoridad Portuaria, 1,99 millones, dejó listo el espacio para el uso portuario.
Entretanto, fueron expropiadas casas y edificios anexos, en 2021 se tramitaba la de las dos últimas casas que quedaban pendientes, para facilitar el desarrollo. En 2018 fue convocado y resuelto otro concurso de ideas con propuestas para Cala Figuera. El proyecto ganador prevé un hotel, un centro formativo, almacén y náutica deportiva, que siempre ha parecido la vocación primera de este espacio.
Desde entonces y hasta el año pasado, la única acción llevada a cabo ha sido la adecuación y asfaltado del recinto para un aparcamiento, aunque la demanda se ciñe a los meses estivales.
Pasarela Cala Corb
Algunos proyectos han nacido con buena voluntad inversora y chocan luego contra el infortunio de los elementos. Es lo que ha ocurrido con la pasarela entre Cala Corb y el Moll d'en Pons, en Es Castell, que mejorará la dotación de amarres.
Las obras fueron paralizadas en 2019 y se reanudarán después de haberse aprobado y realizado el traslado de la cladocora caespitosa, una colonia de coral, especie endémica, que habita en ese espacio. La reanudación de la obra no será inmediata, aunque también es un proyecto desbloqueado.
Circulación
El tráfico rodado ha sido objeto de cambios, propuestas y conflicto entre las administraciones portuaria y municipal y los usuarios. En 2020 fue señalizada con sentido único la circulación del tramo comprendido entre la Sirenita Mô y Cala Figuera. Era una primera medida, con voluntad de permanencia como demuestra su consolidación tres años después, que debía venir acompañada de otras varias que, pandemia de por medio, todavía no han llegado.
Capítulo aparte merecen las once casetas de La Solana, que van acumulando ruina y deterioro por falta de destino después del desahucio de los inquilinos hace más de una década en cumplimiento de la ley de costas.
El apunte
Justo Saura: «Una denuncia viró el buen rumbo que llevaba el puerto»
«El puerto de Maó llevaba un buen ritmo para ir solucionando el tema de los amarres para diferentes esloras y nivel económico, una balanza que siempre ha de tenerse en cuenta para que los residentes y los de menos poder adquistivo no queden fuera», reflexiona Justo Saura, presidente de la Asociación de Empresarios Náuticos y de PIME Menorca.
¿Qué ocurrió? «Una denuncia, creo que sin fundamento, provocó un cambio en la dirección de Autoridad Portuaria (APB)». Luego cuando el nuevo presidente (Francesc Antich) aún no había puesto la marcha ‘avante’ sin repasar con lupa el estado de las cosas, un problema de salud le apartó de la responsabilidad y el relevo (Jaume Colom), en opinión del mundo portuario, transmite sensación de provisionalidad, «ya que no tiene tiempo casi de ponerse al día ni de tomar decisiones importantes hasta después de las elecciones». Este motivo y, sobre todo, «un miedo que no se puede entender hace que el puerto de Maó esté prácticamente parado, sobre todo de nuevas iniciativas», agrega Saura.
Durante esta singladura más reciente, la de los últimos años, «hemos tenido el inesperado visitante de la covid», que trastocó planes y ahora «llegamos a una temporada que se presenta muy insegura en cuanto a poder atender a los visitantes como se merecen», agrega el empresario náutico.
Su dicurso se ha caracterizado siempre por la crítica y la reivindicación hacia el puerto de Maó, «que es una puerta muy importante para la economía menorquina y que tenemos medio cerrada», apunta, porque cree que no se está aprovechando todo el potencial que desprende.
«Tendríamos que saber que el turismo náutico no solo va en barco, también se beneficia el comercio, la restauración y la industria auxiliar. Preservar la Isla significa cuidar su economía, que es la que nos da el estado de bienestar que disfrutamos. Medio ambiente y economía han de ir necesariamente de la mano», concluye.