Actividad inusual en Cal Bisbe, en la Curia Diocesana y en la Catedral. La Diócesis se prepara para la ordenación episcopal del presbítero menorquín Gerard Villalonga Hellín (Maó, 1958), que a partir del sábado se convertirá en el nuevo pastor de la Iglesia de Menorca. Nombrado vicario general por el obispo Salvador Giménez en 2011 y ratificado en esta responsabilidad por el obispo Francesc Conesa en enero de 2017, Gerard Villalonga ha ejercido en dos ocasiones como administrador diocesano de Menorca por la situación de sede vacante. Ahora se convertirá en el segundo presbítero en la Isla que será ordenado y tomará posesión como obispo de Menorca.
¿Cómo ha preparado la jornada de su ordenación episcopal, el sábado en la Catedral?
—Los últimos días nos hemos centrado en una cierta logística: preparación de la ceremonia litúrgica, recepción y despedida de los obispos y sacerdotes que se desplazan de otras diócesis, organización general. Pero la preparación principal ha sido la espiritual, a través de la difusión de catequesis en distintos medios sobre la figura del obispo en la vida de la Iglesia diocesana. Yo mismo he practicado unos días de retiro espiritual para prepararme debidamente a recibir el sacramento del episcopado.
¿Cuál es su valoración de que sea un sacerdote de Menorca, que ha desarrollado su ministerio pastoral en la Isla, que es una persona próxima y accesible, haya sido nombrado nuevo obispo de la Diócesis?
—Por lo visto algunos de los últimos nombramientos han recaído sobre sacerdotes originarios de sus propias diócesis, como Ibiza, Valencia y Bilbao. Y ahora también Menorca. Parece que se quiera evitar el tópico de pensar que las diócesis pequeñas son «de entrada», de paso hacia otras sedes «más importantes». Aunque también tiene sus inconvenientes, pensando en aquello de que nadie es profeta en su tierra. Sin embargo, yo creo que las ventajas son grandes de cara a la estabilidad y la continuidad de las programaciones pastorales.
El hecho de que sea un presbítero menorquín, arraigado en su Isla natal, ¿constituye una garantía de continuidad del en la sede de Severo?
—Es un aspecto relevante, aunque, al mismo tiempo, el factor de la edad pienso que también es importante. Dentro de una semana cumpliré 65 años. Los isleños cuando somos jóvenes tenemos espíritu aventurero y viajero, pero los años nos asientan y cada vez queremos salir menos de Menorca. Nos encontramos muy a gusto en casa. Los obispos presentan al Papa su renuncia a los 75 años, según determina el Código de Derecho Canónico, y normalmente, si están bien de salud, su ministerio suele prolongarse un año o dos más. Ser obispo no es el final de una carrera ni la coronación de un cursus honorum; es un servicio a una comunidad diocesana concreta.
¿Cuál es su valoración de que los tres obispos de las diócesis de Balears sean presbíteros de estas Islas, donde han desempeñado su labor pastoral?
—En principio lo veo como algo positivo. El ser de Balears es una ventaja de cara al conocimiento del medio, la realidad local, el entorno. Pero al mismo tiempo no podemos olvidar que somos obispos de la Iglesia Católica y tenemos un corazón universal. Esto quiere decir que hemos de estar al día de las corrientes culturales, el latido y el ritmo de nuestra sociedad. Hoy día todo está interrelacionado y tampoco podemos vivir encerrados en nuestros particularismos.
¿Cómo ha vivido el proceso de su nombramiento y se siente bien acogido por la comunidad diocesana menorquina?
—Desde que se publicó el nombramiento continuamente recibo muestras de alegría por parte de la gente. Están muy contentos y no sólo los católicos practicantes, sino en general toda la sociedad menorquina. Me da un poco de miedo. Yo les digo que no hago milagros, que procuraré buscar el bien de todos sin acepción de personas y con una especial dedicación a los más necesitados, pero no quisiera tampoco suscitar grandes expectativas. Soy un hombre normal, con vocación de sacerdote, al servicio de la Iglesia, que procura hacer las cosas lo mejor que puede y así seguiré en adelante. Sé que la ayuda de Dios no me faltará nunca.
¿Qué ha significado, en su trayectoria en la Iglesia, haber ejercido como vicario general con los obispos Salvador Giménez y Francesc Conesa?
—He aprendido mucho de ellos y he puesto mis conocimientos a su servicio. Los vicarios generales son colaboradores estrechos de los obispos y les prestan su ayuda con lealtad. Cada obispo tiene sus características personales, como cada persona, y Dios actúa a través de ellos para ser los pastores de la grey que la Iglesia les encomienda.
Durante las dos etapas en las que ha sido administrador diocesano ha realizado una aplicación dinámica del principio ‘sede vacante, nihil innovetur'. ¿A qué responde esta interpretación?
—A no quedarse parado, a seguir avanzando según lo que estaba establecido y programado. No es inmovilismo, es fidelidad en la continuidad, manteniendo e impulsando la actividad diocesana.
¿Cuáles son sus objetivos y prioridades como nuevo prelado de Menorca?
—La Evangelización. Claro está que los primeros que hemos de ser evangelizados somos nosotros mismos y a partir de ahí viene todo lo demás. Somos discípulos misioneros como nos recuerda con frecuencia el papa Francisco. En segundo lugar, las vocaciones sacerdotales. He tenido muchos regalos durante estos dos meses, pero yo le pido al Señor que nos regale algunas vocaciones para que ingresen en el Seminario el próximo curso. Este sería el gran regalo que nos llenaría de esperanza a toda la comunidad diocesana.
¿Ha previsto introducir cambios en los órganos diocesanos menorquines?
—En septiembre se reunirá el Consejo Presbiteral y elegirá un nuevo Colegio de Consultores, que son el grupo de sacerdotes que asesora y comparte con el obispo la dirección pastoral. También se constituirá un nuevo Consejo Pastoral Diocesano, formado mayoritariamente por seglares, que asesora y comparte con el obispo la programación pastoral de la Diócesis.
¿Y en la estructura y organización de las parroquias?
—Me gustaría dinamizar la pastoral parroquial, porque las parroquias los verdaderos focos de evangelización. La parroquia es comunidad de comunidades. También se ha de impulsar mucho el trabajo pastoral en los colegios de la Iglesia. Hay que formar cristianos bien preparados y para ello la catequesis, y la clases de religión ayudan muchísimo; además de otras actividades formativas de ámbito diocesano.
¿Ya ha decidido quién será el nuevo vicario general de la Diócesis?
—Sí. Será el sacerdote Bosco Faner Bagur, que me ha ayudado muchísimo durante mis dos etapas como administrador diocesano. De los obispos anteriores aprendí que es bueno contrastar tu parecer con otras personas leales y que aman a la Iglesia. Y el vicario general es una figura clave en todas las diócesis.
¿Cuál es el sentido y el significado de su lema episcopal?
—En latín veritatem facientes in caritate, con traducción libre «proclamar la verdad con el amor». El Papa, al explicar su significado, dice que no hemos de temer proclamar la verdad, aunque a veces resulte incómoda. No hemos de temer hacer esta proclamación con amor.
También rige su trabajo y decisiones el principio «Valentía para hablar y humildad para escuchar». ¿Con qué sentido?
—Son también expresiones del papa Francisco, en el contexto de la sinodalidad. Es decir, que en este caminar juntos son fundamentales ambas cosas, buscando siempre el consenso, no de una manera política, de mayorías, sino tratando de crecer y reforzar la comunión y la fraternidad en la Iglesia, buscando todos aquello que suscita el Espíritu en nuestro tiempo.
¿Cómo llevar a cabo la evangelización en una sociedad secularizada y en in proceso de descristianización?
—Sin miedo, pero sin imposiciones ni proselitismos. No somos publicistas ni hombres de marketing. Suscitar la atracción a través del ejemplo, de la coherencia, del testimonio que da el Evangelio.
Como nuevo pastor de Menorca, ¿cuál es su respuesta ante un laicismo excluyente que pretende marginar a los creyentes de la vida pública?
—El carácter menorquín es conciliador y respetuoso en términos generales. Creo que aquí en Menorca no existe un laicismo excluyente y que, por tanto, hay lugar para el ejercicio del derecho a la plena libertad religiosa para todos los creyentes.
Entre sus prioridades destaca el fomento de las vocaciones, ¿cómo dar respuesta a esta demanda para contar con nuevos sacerdotes?
—Creo que se hacen muchas actividades con jóvenes de manera grupal, pero nos falta un acompañamiento espiritual personalizado, que pueda ayudar en la detección y seguimiento de gérmenes vocacionales. Tengo mucha confianza en la próxima Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa. Allí participarán cuarenta jóvenes menorquines y puede ser el lugar adecuado, la tierra buena y el momento propicio para que Dios llame a algunos jóvenes a la vida sacerdotal o religiosa. Es una de mis prioridades y tengo fe y confianza de que saldrán nuevas vocaciones en la Isla.
La transmisión de la fe, que se inicia en el seno de las familias católicas, se interrumpe en las etapas de Bachillerato y ESO, ¿cómo revertirlo?
—Los profesores de religión católica hacen una gran labor en los centros docentes, que debe complementarse con la transmisión de la fe en las familias y en las parroquias. Los grupos de fe y los distintos movimientos juveniles son de una gran ayuda y pueden aportar mucho.
Estamos viviendo el Sínodo promovido por el papa Francisco. ¿Qué aporta y qué significa una Iglesia sinodal?
—Que la Iglesia se deja conducir por el Espíritu y que se asume que en la Iglesia todo es vocación a partir del bautismo. Todos somos llamados a la santidad y al apostolado y esto se manifiesta en otras posteriores concreciones vocacionales: el matrimonio, la vida consagrada, el sacerdocio, etc. Se intenta aplicar el principio de subsidiariedad, es decir, la descentralización, la participación y la corresponsabilidad. Hemos participado muy activamente en las fases diocesana, nacional y continental del Sínodo, viendo reconocidas nuestras aportaciones. Ahora tendrán lugar las dos asambleas sinodales de los obispos y después el Papa nos ofrecerá unas directrices pastorales a toda la Iglesia en este sentido. La sinodalidad, no lo olvidemos, forma parte de la estructura misma de la Iglesia.
Menorca y los menorquines atesoran una larga y rica tradición católica, con numerosos ejemplos, como las cofradías y hermandades de Semana Santa. ¿Impulsará las expresiones de piedad y religiosidad popular?
—Todos estamos convencidos que estas manifestaciones, muy vivas, son buenas y necesarias, que deben integrarse en la pastoral diocesana y que sus miembros deben recibir una formación eclesial adecuada. Son expresiones de la fe del pueblo sencillo y mantienen encendida la llama de la creencia católica en muchas personas. Yo mismo soy miembro, desde hace años, de la Cofradía del Vía Crucis de Mahón.
Ante las dificultades económicas y familias en situación de precariedad, ¿qué actividades asigna a Caritas Diocesana y caritas parroquiales?
—Para mí es fundamental la labor que desempeñan nuestras Caritas, tanto la diocesana como las parroquiales. Caritas es una expresión de la Iglesia diocesana, así de claro. La dimensión caritativa y misionera de las comunidades son manifestación de su vitalidad. Además hemos pasado de una caridad de beneficencia a una caridad de promoción humana y cristiana integral. El Fondo Diocesano de Solidaridad realiza, un gran trabajo en este ámbito, al que damos continuidad.
¿Qué proyectos tiene para el santuario de la Mare de Déu del Toro?
—Los trámites burocráticos son muy complicados y lentos. Hace años que tenemos el proyecto y la financiación para la restauración integral del las dependencias del santuario. Es necesario contar con un centro de espiritualidad en la Isla. Intentaré por todos los medios desatascar esta tramitación mediante la gestión ante las administraciones.
La Diócesis de Menorca pertenece a la Provincia Eclesiástica Levantina, ¿cómo se coordina la pastoral?
—Tenemos tres reuniones al año, además de otros momentos puntuales según los temas de interés común para el área del levante, que comprende las diócesis de la comunidad valenciana y las de las islas Balears.
¿Habrá acciones conjuntas de las tres diócesis de Balears?
—Las tres diócesis de Balears pertenecen a una misma comunidad autónoma y tenemos temas de interés común en asuntos patrimoniales, educativos, sociales, culturales, etc. Es bueno coordinarse y para ello seguiremos potenciando todo aquello que nos ayude a conseguir mejoras en todas estas cuestiones.
Menorca es una pequeña Diócesis, marcada en su historia por el hecho de la insularidad, y con una gran actividad turística. ¿Cuáles son los retos de estas dos realidades?
—Turismo y emigración son dos temas muy importantes para nosotros. Procuramos atender ambas realidades proporcionando los medios necesarios para la atención pastoral a los personas que nos visitan o que vienen a trabajar en Menorca, buscando una vida mejor, ofreciéndoles la posibilidad de integrarse sin que tengan que perder sus raíces y tradiciones que también nos enriquecen a nosotros.
Conoce la realidad de la prensa y el periodismo por su vinculación con el diario «Menorca». ¿Cómo valora el papel y la función de los medios de comunicación?
—Los medios tienen un papel fundamental en nuestra sociedad. En lo que respecta al diario «Menorca», formo parte de su Consejo de Administración desde hace más de veinte años, pasando por distintas etapas. He sido consejero delegado, secretario del consejo y ahora vocal. He aprendido mucho. Creo que el diario insular desempeña un papel importantísimo en la sociedad menorquina. Ahora hace diez años que empezamos una nueva etapa, con la integración del «Menorca» y «Ultima Hora Menorca». Esta unión ha sido muy fecunda y a partir del telón de fondo de nuestro ideario procuramos ayudar a vertebrar la sociedad menorquina para que sea cada vez más libre y solidaria. También afrontamos con valentía el reto digital. menorca.info es la web de Menorca más visitada, con gran diferencia respecto a las demás. En relación a todos los medios, el papa Francisco pide a los periodistas y a las empresas editoras que proclamen la verdad con caridad, que busquen la verdad y que no manipulen ni tergiversen la opinión pública.
¿Qué responsabilidad asigna a los medios para explicar las acciones de la Iglesia y los valores del Evangelio?
—Los medios de comunicación son de una gran ayuda para la evangelización tanto los medios propios o en los que tiene participación, como en los demás. A través de ellos se encuentra un cauce para la transmisión de la fe con la emisión de programas propios o a través del testimonio de los profesionales cristianos que trabajan en ellos. Por otra parte es bueno también que los lectores, espectadores y oyentes cristianos hagan también oír sus voces cuando ven ofendidos sus sentimientos religiosos y sus convicciones religiosas y morales en determinadas ocasiones.