El doctor Ignacio Dávila es jefe de Sección de Alergología del Hospital Universitario de Salamanca, catedrático de Medicina y autor de más de 200 artículos científicos. Faceta que compagina con el lado humanístico, como autor del libro de poemas «Sonetos al clásico modo». Preside desde el pasado octubre la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), organizadora, junto a la Sociedad Balear, del congreso Alergomenorca, que se celebra en su séptima edición los próximos 12 y 13 de mayo en el Llatzeret y el Hotel Hamilton de Maó. Y que pone el foco de nuevo en el déficit de la especialidad en nuestra comunidad.
Alergomenorca analiza el compromiso político de la situación del Servicio Público de Alergología en Balears.
—En 2023 se tenía que sacar una plaza más de facultativo, de jefe de servicio y de enfermera. Para 2024, dos plazas más de facultativo y de enfermeras, una plaza de auxiliar y una de administrativo. Para, al final, en 2025, disponer de un servicio con hasta cinco médicos especialistas. Este compromiso se debatirá en una mesa de análisis de la situación con representantes de la Conselleria de Salut y de los partidos políticos.
¿La situación de un solo médico alergólogo en el Ib-Salut sostenida hasta ahora es claramente insuficiente?
—En Balears hace falta un Servicio de Alergología. Y, realmente, más de uno. Las enfermedades alérgicas constituyen una patología prevalente que podría afectar a 400.000 personas en esta comunidad, si tenemos en cuenta que la padecen entre un 30 y un 45 por ciento de la población. Los casos graves requieren tratamientos que son difíciles y que tienen que derivarse a otras unidades de fuera.
Ustedes hablan de un problema de inequidad.
—Las personas de Balears tienen que tener alergólogos como el resto de España. Hay tratamientos que son propios de la alergología y difíciles de cubrir con otros especialistas. La anafilaxia, reacción grave, con compromiso vital, o la desensibilización a los quimioterápicos, por ejemplo.
¿Cuáles son los beneficios?
—En el caso del cáncer, conseguir poder llegar a utilizar un fármaco y no tener que pasar a uno de segunda línea, que puede ser más tóxico o menos eficaz. El alergólogo puede conseguir mejorar la calidad de vida y el pronóstico de estos pacientes.
¿Disponer de un servicio de alergología lo posibilita?
—Y también el diagnóstico molecular, la inmunoterapia específica o la alergología de precisión, que son propios de un servicio de la especialidad. La alergología ha avanzado muchísimo. La atención puede mejorar mucho con la introducción de alergólogos, que van a proporcionar un tratamiento mucho más dirigido.
¿Qué es la alergología de precisión?
—Considerar todos los aspectos del paciente, tanto genéticos como ambientales, desde un punto de vista integral, lo que en un futuro va a ser más sencillo. Y a partir de aquí, hacer un tratamiento individualizado. Para eso, hay que ser muy preciso en el diagnóstico. Es imprescindible hoy, por ejemplo, el diagnóstico molecular, incluyendo técnicas de biología molecular. Esta ventaja no está llegando actualmente a los pacientes de Balears.
¿La especialidad requiere de un trabajo multidisciplinar?
—En mi hospital, la unidad multidisciplinar de asma mantiene contactos con neumólogos, con otorrinos o con el servicio de farmacia. Con dermatología también hay una colaboración estrecha. Y las alergias alimentarias son también claro ejemplo de trabajo interdisciplinar.
¿Mucha gente vive infradiagnosticada?
—Hay mucho infradiagnóstico en general. Y, seguramente, en Balears, al carecer de un servicio de la especialidad, mucho más. Hay un porcentaje amplio de pacientes que no están diagnosticados o no están bien estudiados.
¿Cada vez hay mayor prevalencia de la enfermedad?
—Es una patología muy frecuente y propia de países desarrollados. La mitad de la población en 2050 podrá presentar un problema alérgico. En algunos países ya alcanza el 45 por ciento de la población.
¿Inciden factores como el clima?
—La alergia respiratoria está llegando a una fase de estabilización. En cambio, está aumentando la alergia alimentaria. Y en cuanto a la influencia del cambio climático, se está observando que los periodos de polinización de las plantas son más largos y más intensos y que, con la contaminación ambiental, inducen más fácilmente a una reacción alérgica.