La apuesta por el autoconsumo y la eficiencia energética está teniendo un efecto notable en el sistema eléctrico menorquín. Cada vez hay más viviendas, centros de trabajo y sedes públicas que se nutren de la electricidad que se genera en sus tejados. También avanzan la instalación de sistemas de iluminación de bajo consumo y las actuaciones de aislamiento térmico. Todo ello se está traduciendo en una importante reducción de la demanda eléctrica. Los datos son elocuentes al respecto. En lo que va de año la demanda eléctrica se sitúa a niveles que –con la lógica excepción de la pandemia– no se veían desde hace 20 años, antes del gran ‘boom' económico de principios de siglo.
Según los datos de Red Eléctrica recopilados por el Institut d'Estadística de Balears (Ibestat) de enero a mayo Menorca ha demandado 163.932,5 megavatios hora (MWh), un 4,1 por ciento más que en el mismo periodo del año 2022. La comparación interanual podría llevar a pensar en factores más coyunturales como el meteorológico, pero remontándonos en la serie estadística se observa como hay que acudir hasta el año 2002 para encontrar una cifra de demanda eléctrica más baja.
Una demanda eléctrica tan reducida en un año de buen ritmo de actividad económica hace que los focos se giren hacia los cambios que se están produciendo en el sector del autoconsumo. Las cifras en este campo son muy llamativas. Al término del primer semestre de 2023 Menorca contaba ya con 1.434 tejados solarizados, ocho veces más que en el año 2019, y subiendo. La potencia ya supera los 14,5 MW. Hay que tener en cuenta que en la actualidad la potencia instalada en parques de generación renovable no alcanza los 9 MW.
Entre esas instalaciones de autoconsumo destacan las que se han ubicado en grandes centros de consumo eléctrico como son el Hospital Mateu Orfila y el Aeropuerto, lo que ha provocado importantes ahorros energéticos que han propiciado que la central de Maó también esté registrando un ritmo de producción inusualmente bajo. En los cinco primeros meses del año la térmica del puerto de Maó ha producido 131.649,8 MWh. Esos niveles de generación no se veían en la central desde hace al menos 15 años.
La central
Para hacerse una idea del bajo ritmo de producción que está registrando la central, antes de que se diese de baja el antiguo enlace submarino con Mallorca, entre 2014 y 2016 las producciones acumulada en la térmica del puerto de Maó a estas alturas del año ya se movía en torno a los 150.000 MWh. En 2010 la generación de la central ascendía entre enero a mayo a los 169.102,3 MWh. Otra comparación que hace evidente el descenso de la demanda de generación en la central: en el año 2021, a pesar de que la actividad económica no había recuperado todavía los valores prepandemia, en mayo ya había generado prácticamente lo mismo que este año.
En camino
Este camino hacia la pérdida progresiva de importancia de la central de Maó en el mix de generación eléctrica de la Isla está a punto de alcanzar hitos sin precedentes. Si hasta ahora nos hemos centrado en el empuje de las instalaciones de autoconsumo, en unos meses llegará el mordisco de los grandes parques de producción fotovoltaica. Los proyectos que están en construcción o ya a la espera de conexión van a multiplicar prácticamente por diez la potencia renovable. Los descensos de producción de la central serán entonces todavía más evidentes y trascendentes.
Especial atención a instalaciones que están muy cerca de ponerse en funcionamiento como el parque Agrisolar, con 20 MW de potencia o la ampliación de Son Salomó, con casi 50 MW, que entre otros parques de menores dimensiones están llamados a permitir que en determinados momentos del día y épocas del año se pueda llegar a cubrir la demanda con renovables. No obstante hay que tener en cuenta que por el carácter poco fiable de las renovables, el operador del sistema tendrá que ordenar que la central de Maó continúe funcionando a modo de reserva por si se produce un problema.