La presión marítima en las playas y calas de Menorca por la abundancia de embarcaciones crece sin control en los últimos cinco años, sin que hayan influido aún los efectos del Real Decreto 186/2023, que entrará en vigor el 1 de julio de 2024 y permitirá alquilar barcos de recreo particulares durante tres meses al año, embarcaciones, estas, que se sumarán a las que ya se destinan al arrendamiento náutico en el litoral menorquín.
De acuerdo con el último informe técnico sobre el uso público en las playas de la Reserva de Biosfera encargado por el Consell insular relativo al año pasado, el número máximo de embarcaciones fondeadas en las 54 playas analizadas alcanzó las 1.834 en un día. Las mediciones se efectuaron en los meses de julio, agosto y septiembre durante tres veces al día, a las 12, a las 14 y a las 17 horas.
No se contabilizaron los barcos que estaban en puerto o en tránsito; y el mismo informe determina que el indicador está muy influenciado por las condiciones meteorológicas del día del recuento, por lo que los 1.834 barcos registrados en un día podrían alcanzar e incluso superar fácilmente la capacidad de carga náutica máxima de la Isla.
La capacidad máxima ya se supera
A este respecto, hay que recordar que un estudio elaborado en 2020 por el Socib (Sistema de Observación y Predicción Costero de las Illes Balears) dictaminó que cabían 2.115 embarcaciones, límite que ya se superó en 2010 cuando con un vuelo aéreo se detectaron 2.344 barcos. Desde entonces no se han emitido nuevos datos, aunque el sector náutico ha mantenido el rumbo en los últimos años y se ha incrementado el número de amarres en los puertos.
«El tráfico que hay en el puerto de Maó ya es incómodo», revela Antoni Barber, de Es Jonquet, la asociación de usuarios de amarres de gestión directa por parte de Autoridad Portuaria en la zona de Sa Colàrsega de Maó. Ese tráfico, insiste, repercute luego en las playas, calas y la costa de Menorca, «en las zonas naturales especialmente protegidas», recalca.
Concentración en el sur
Según el informe encargado por el Consell, un 26 por ciento de las playas y calas analizadas contaba con más 40 embarcaciones fondeadas. Las que mayor número de barcos registraron fueron las del sur. Destacable es la playa de Es Grau, que fue la que más barcos albergó con 178 de máximo diario. Le sigue Son Saura-Bellavista con 117 y Macarella y Macarelleta con 93. La Vall-Es Tancats y La Vall-Es Bot registraron 73 embarcaciones, mientras Binigaus unas cuantas menos, 71.
El informe determina que desde el año 2017 se ha constatado un incremento del cien por cien. En algunas de estas playas, el número máximo de barcos fondeados se ha triplicado en los últimos cinco años. A modo de ejemplo, Son Saura-Bellavista ha pasado de 37 embarcaciones en 2017 a 117 en 2022. Otras han más que duplicado la cifra, como Macarella, que ha pasado de tener 43 barcos fondeados en 2017 a 93 en 2022.
El temor del Club Nàutic
«Menorca ya está muy saturada, también de barcos en las playas, y esta nueva ley facilitará que haya aún más movimiento en las calas», advierte Gonçal Moll, del Club Nàutic Ciutadella, que subraya que «quien alquile una barca será para ir a la playa».
Coincide con esto Antoni Barber, de Es Jonquet, que concluye que «los tres meses de alquiler se concentrarán en verano y habrá un incremento de la estacionalidad». El Consell ha declinado hacer declaraciones sobre este tema y el Govern aún no ha respondido la petición de este diario.