El pesquero «Estrella de Miguel» navegaba de regreso, a mediodía de este miércoles, rumbo a su puerto base de Castellón. Lo hacía con las bodegas llenas de sírvies (pez limón o seriola, en castellano), capturadas apenas a 500 metros de la costa de Ciutadella, y tras el sobresalto por la acción pacífica que ha llevado a cabo Per la Mar Viva, para reivindicar el fin de prácticas que «esquilman» las poblaciones de peces. Todo, con el contraste que supone para los pescadores locales, que cuentan con grandes restricciones en el caso de la pesca de arrastre.
La madrugada del martes al miércoles, tres miembros de Per la Mar Viva se desplazaron en una zódiac hasta el «Estrella de Miguel», que estaba faenando frente al Faro Nati. Se trata de un barco dedicado a la pesca al cerco, que captura grandes cantidades de peces. Al observar la embarcación neumática, la primera reacción del patrón del barco fue iniciar la marcha para intentar huir, pero instantes después, alcanzado por la lancha e instado a detenerse, fue informado de las intenciones del colectivo. Según el presidente de la asociación, Carlos Salord, se trataba tan solo de entregar un manifiesto, para transmitir el rechazo y la preocupación de la población menorquina en general, por un tipo de pesca que atenta contra las prácticas «sostenibles» impulsadas en la Isla desde hace décadas y que han permitido que hoy, sus caladeros gocen de buena salud. «Todo este trabajo conjunto de la sociedad menorquina se ve comprometido y casi insultado cuando una embarcación forastera viene desde tan lejos, Castellón, a faenar en nuestras aguas, puesto que se entiende que sus aguas, debido a la sobrepesca, ya no son productivas», acusa Per la Mar Viva.
Agravios comparativos
Desde la Cofradía de Pescadores de Ciutadella, su presidente, Xavier Marquès, afirmaba este miércoles conocer la presencia de estas naves pesqueras foráneas desde hace años, atraídas por la abundancia de pez que hay en la Isla, concretamente, en el Canal de Menorca. Sin embargo, «está permitido por ley, pero eso no impide que nos hierva la sangre, porque aquí intentamos hacer bien las cosas y, aún con la ley de Reserva de Biosfera y las restricciones que tenemos para pescar, puede venir cualquiera y todo se queda en nada».
Marquès admite que la presencia de estos buques no ocasiona daños a la actividad pesquera menorquina, puesto que «no es un arte que se realiza aquí, a diferencia de la Península, aquí nunca se ha pescado con cerco». Aún así, los pescadores menorquines ven un agravio comparativo con la pesca de arrastre, que sí tiene una tradición en Menorca. En este caso, está regulada por la normativa europea y limita los días en que pueden pescar, «sin tener en cuenta las particularidades de cada zona». Así, «meten a todos en el mismo saco», cuando existen realidades muy distintas, asevera Marquès, quien se refiere a las pequeñas dimensiones de la flota insular, con apenas tres barques del bou en el puerto de Ciutadella. Por tanto, no es lo mismo el efecto sobre el fondo marino de tres pesqueros, que el que puedan ocasionar quince o veinte que tengan como base un mismo puerto peninsular.
En cuanto a la pesca con cerco por parte de esta embarcación castellonense, desde la Conselleria de Agricultura, Pesca y Alimentación apuntaban que este tipo de pesca está regulada a nivel estatal y que cualquier embarcación española puede faenar en aguas exteriores.
De hecho, el pasado 24 de julio, se publicó en el BOE la orden que establece el plan para la pesca de artes de cerco para el Mediterráneo, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. El texto especifica que esta práctica está prohibida «en fondos inferiores a 35 metros; a menos de 450 metros de distancia de la costa, la prohibición se amplía a fondos inferiores a 50 metros». Además, sobre la seriola (Seriola dumerili), puede capturarse solo del 1 de agosto al 15 de noviembre, quedando prohibida la pesca «sobre lechos de posidonia oceánica u otras fanerógamas marinas, en los fondos coralíngenos y de maërl».
El apunte
«Les invitamos a que no vuelvan más aquí para este tipo de pesca masiva»
Per la Mar Viva justificó su «acción de protesta pacífica» por la «defensa de lo nuestro y en pro de una pesca sostenible y la conservación medioambiental».
La actuación sirvió para entregar al patrón del barco un manifiesto, donde la entidad denunciaba que «están esquilmando lo poco o mucho que, aquí, los pescadores locales no pescan, y ustedes dinamitan el reducto de reproductores que cada año se reúnen en este lugar». Continuaban asegurando que «hace treinta años, los bancos de serviolas alevinas podían llegar a ser de centenares de ejemplares, pero de unos años hacia aquí, los bancos son de 15-30 ejemplares, y esto nos preocupa y no nos gusta».
En su misiva, recordaron que la Isla es reserva de biosfera y marina «hasta 12 millas mar adentro». Por eso, tras «apelar a la ética y el sentido común», desde la asociación apuntaron que «les invitamos, siendo conscientes que, de entrada, se incluye dentro de la legal su actividad que desempeñan, no vuelvan más por aquí, para llevar a cabo este tipo de pesca masiva».