La epidemióloga y profesora titular en la facultad de Farmacia y en la de Medicina en la Universidad de Maryland en Baltimore, la menorquina Ester Villalonga Olives, liderará un proyecto de investigación que tiene como objetivo mejorar el modo en que se recogen los datos sobre el racismo en Estados Unidos y que arrancará el próximo mes de marzo.
La natural de Sant Climent ha presentado este plan a los Institutos Nacionales de Salud (NIH), la principal agencia de investigación del gobierno estadounidense responsable de la biomedicina y la salud pública, después de un año trabajando en el diseño de la propuesta del mismo. De esta forma, se trata de uno de los dos únicos proyectos, entre los centenares que se han presentado, que recibirá una subvención pública. En concreto, obtendrá una financiación de tres millones de dólares con el propósito de llevar a cabo durante los próximos cuatro años los primeros pasos de la investigación.
Con la participación de cuatro coinvestigadores más, expertos en desigualdades de las reputadas universidades de Yale, Washington y Duke, y colaboradores de las universidades Johns Hopkins, Harvard y Nueva York, Ester Villalonga se centrará en los colectivos negros y latinoamericanos, otorgando una especial atención a este último.
El principal objetivo del estudio es recopilar datos sobre discriminación por raza en todos los ámbitos posibles de la sociedad norteamericana, para así elaborar un índice compuesto por indicadores a nivel comunitario que se puedan combinar con datos de discriminación y racismo sufridos a nivel individual. Para ello, se compilarán indicadores previamente usados por la Universidad John Hopkins, y se unirán otros nuevos para que la nueva medida de racismo estructural sea más completa y funcional.
Agudizado por la pandemia
El racismo es un tema que ha ido obteniendo una presencia notable en el imaginario de la sociedad norteamericana, la cual «destaca por su diversidad», tal y como indica la propia directora del proyecto. «Queremos ver qué desventajas reales pueden tener tanto negros como hispanos respecto a los blancos en el sistema educativo, sanitario, el ámbito económico...», explica.
Y es que la eclosión de la pandemia en el año 2020 ha acabado dando visibilidad a unas diferencias por discriminación de raza que ya eran latentes y se venían acrecentando en los últimos años, como se pudo apreciar con el movimiento originado en la comunidad afroamericana, la cual reivindicaba sus derechos a raíz del asesinato de George Floyd en Mineápolis, fruto de la brutalidad policial del agente Derek Chauvin.
«Durante la pandemia, los emprendedores que tenían negocios podían pedir ayudas económicas al Gobierno. Los datos señalan que, en proporción, estas ayudas fueron a parar en su gran mayoría a blancos y en menor medida a las comunidades negras e hispanas», relata Villalonga, quien apunta que este es «un indicador de cómo unos tuvieron menos oportunidades de conseguir estas ayudas cuando tenían el mismo nivel de necesidad». Y lo mismo ocurre con el acceso a las hipotecas, una oportunidad que en este caso privan los bancos: «El capital genera capital. Si tú no tienes acceso a este dinero, ya no puedes generar capital», puntualiza la también profesora adjunta en la Universidad de Nueva York.
El poder de la información
«Le propusimos una metodología de recolección de datos muy innovadora a los Institutos Nacionales de Salud», subraya la docente con pasado en la Universidad de Harvard.
Y es que dicho método de trabajo puede haber sido clave para la elección del proyecto. En el fondo, Villalonga cree que todo viene a partir del «interés» del gobierno estadounidense por «recabar datos»: «La información tiene mucho valor. De hecho, en la parte final del proyecto indicaba que es muy importante obtener estos datos de calidad porque, sin ellos, no podemos hacer frente al reto que supone esta discriminación. Si no lo medimos bien, no lo conseguiremos», afirma la científica, pensando también en las políticas que se puedan aplicar en el futuro a partir de los resultados del proyecto.
A medida que vaya avanzando el mismo, se irá difundiendo a través de diferentes revistas académicas y medios divulgativos de otra índole. De hecho, Villalonga cuenta con la colaboración de un periodista del «New York Times» en el equipo de investigación. «Queremos hacer mucho ruido», resume Villalonga.