Las medusas también llegan en invierno, pero no les hacemos caso porque casi nadie se baña cuando hace frío. Sin embargo en las últimas semanas se han detectado grandes cantidades de medusas en zonas de la costa mediterránea de la Península y también en Menorca. El 11 de enero, la playa de Cavalleria no solo estaba contaminada por los pellets, sino que medusas de la especie más frecuente, la Pelagia noctiluca, llenaban el arenal. Esta especie puede vivir varios años y tiene dos ciclos reproductivos, con sendos picos en primavera y otoño.
La mayor o menor presencia de medusas durante el invierno depende de la climatología. Si existe un periodo muy lluvioso y los torrentes llevan agua al mar se puede crear una especie de barrera por la diferencia de salinidad que dificulta su desembarco en la costa. En periodos más secos es más fácil que las corrientes marinas empujen a los bancos de medusas hacia tierra.
Por otra parte, el cambio climático favorece a las medusas. El incremento de la temperatura del mar acelera el metabolismo, les permite alimentarse más y altera también los ciclos reproductivos. Por este motivo, se observan más medusas en épocas poco habituales tanto en mar abierto como en la costa.
Hay grupos científicos que llevan a cabo un seguimiento de las medusas durante todo el año.