El Govern actuará finalmente en el Prat de Son Bou para controlar el aumento del nivel del agua en la zona húmeda debido al cierre de la salida natural al mar, que ha generado en los últimos meses una situación de riesgo significativa y que ha suscitado la aparición de ratas y mosquitos en la zona y en el conjunto de la urbanización turística.
Tras chocar con la complejidad de permisos y autorizaciones para intervenir en el Prat de Son Bou, la Conselleria del Mar y del Ciclo del Agua ha obtenido la resolución de no afección a la Red Natura 2000 por parte de la Dirección General de Medio Ambiente y el visto bueno de la Dirección General de Costas para llevar a cabo la apertura de la gola y promover la renovación del agua.
La operación se realizará abriendo una zanja de aproximadamente 40 metros de longitud para conectar el Prat con el mar y la anchura de la misma se definirá de forma natural por el flujo del agua. El punto más alto de la zanja será de 70 centímetros para superar la duna de arena y los trabajos empezarán este mismo miércoles por la tarde a partir de las 18 horas.
Revertir la situación
La intervención, aseguran desde la Conselleria del Mar y del Ciclo del Agua, ha sido planificada para asegurar que se respeten las condiciones ambientales y se minimicen los impactos negativos. «Es esencial para restablecer el correcto funcionamiento de la depuradora, proteger la biodiversidad del Prat y garantizar la salud pública en la zona», insisten.
Hay que recordar que la situación actual, en la que el efluente no tiene salida, amenaza el funcionamiento de la estación depuradora de aguas residuales de la urbanización de Sant Jaume, lo que, indican desde la Conselleria, podría causar un aumento exponencial de la eutrofización o contaminación del agua y una disminución del oxígeno en la zona húmeda.
La Dirección General de Recursos Hídricos se hará cargo de las actuaciones para el vaciado controlado del agua excedente del Prat, mientras que el Ayuntamiento de Alaior se encargará del control sanitario de la playa.
Para ello, se cerrará preventivamente un tramo de 100 metros de playa a cada lado del punto de salida del agua al mar y se realizarán tres muestras diarias de calidad del agua: una en el centro de la salida al mar y dos fuera de la zona delimitada. Este control sanitario se mantendrá durante todo el proceso de drenaje y hasta que todas las analíticas, que se remitirán diariamente al servicio de vigilancia de la playa y al Ayuntamiento, confirmen que el agua es apta para el baño.